Damián huye de dos asesinos que lo persiguen en una solitaria carretera en el desierto. Logra eludirlos pero su automóvil se está quedando sin gasolina. A la distancia descubre un hotel que por fuera parece abandonado. Llama a la puerta y lo recibe Mercedes, una hermosa rubia quien lo invita a pasar. Por dentro el hotel es espectacular: cada detalle está cuidado a la perfección, pero hay algo sombrío que se esconde entre sus paredes y pasillos. Damián cree escuchar voces que mencionan su nombre, aunque las atribuye al estrés y su cansancio.
Nuestro angustiado protagonista vive una experiencia aterradora cuando intenta marcharse al día siguiente y suceden cosas inexplicables que se lo impiden. De pronto, Damián quedará atrapado en este lugar que cambia, que susurra, que nos hace dudar si está viviendo una pesadilla o si todo es producto de sus alucinaciones.
La borrasca Sergio, con sus violentas alteraciones meteorológicas, se adueña de la bahía. Por esas mismas fechas, vuelve, después de muchos años de ausencia, una de sus vecinas de pasado más doloroso y ajetreado, la guapa Minerva, transexual de cierto éxito en algunos locales nocturnos. Antes de su transición, Minerva se llamaba Sergio y vuelve herida y llena de rencor por una vieja ofensa que necesita vengar. La borrasca desatada le ayudará a conseguirlo. La tormenta, los vientos, las mareas irán desbaratándolo todo: el altivo edificio playero Condesa Elena y la vida, los recuerdos, los deseos y los secretos de sus vecinos. Todo quedará en carne viva, arruinado. Y sus habitantes, desenmascarados para siempre.
Yoshi es un diseñador industrial en busca de su independencia profesional; Burro, un fotógrafo fascinado por los insectos que no para de viajar; Aiko aspira a convertirse en médica mientras lucha contra la ansiedad, y Yōko es una peluquera que despliega su talento en un icónico salón de belleza de Roppongi. Los cuatro terminan conviviendo por casualidad en un piso en pleno centro de Tokio. Pasan el tiempo juntos compartiendo sus sueños, se apoyan en los momentos difíciles y, con el tiempo, surgen dos parejas. Sin embargo, el anhelo por procurar la felicidad ajena siembra, paradójicamente, el sufrimiento. El amor que surge al abandonar el ego comienza a transformarse en crueldad. Ésta es la historia de un grupo de jóvenes en la ciudad Tokio en los años noventa.
EthelBrun es hija de un matrimonio de exiliados, el formado por Justine y Alexandre, un hombreapuesto e inquieto que dejómuyjovenla islaMauricio y que, en el alegre París de los añosveinte y treinta, se dedica a dilapidar suherencia en negociospocorecomendables. En suinfancia, Ethelsólodisfrutadurantesuspaseos por la ciudad con sutíoabuelo, el excéntricoSamuelSoliman, que sueña con vivir en el pabellónde la India francesa construido para la Exposición Colonial. Ya en la adolescencia, Ethelconoceráalgoparecido a la amistad de la mano de Xenia, una compañera de colegio, víctima de la Revoluciónrusa y que vive casi en la pobreza. Laexistencia de Ethelempieza a tambalearsecuando, en las comidas que supadreofrece a parientes y conocidos, se repite cada vezmás a menudo el nombre de Hitler. Serán las primerasseñales de lo que amenaza a la familiaBrun: la ruina, la guerra, pero, sobre todo, el hambre. Esomarcará el despertar de la jovenEthel al dolor y al vacío, perotambién al amor, en una novela en torno a los orígenesperdidos, durante una época que culminó con un Apocalipsis anunciado.
Laila, una niña marroquí, es raptada de su aldea en las montañas y vendida a los seis años a Lalla Asma, una anciana que la instruye y que se convierte en su abuela. Cuando, ocho años después, muere Lalla Asma, Laia huye y se refugia en un fondac, en realidad una casa de «princesas» que hacen las delicias de los hombres. Pero hasta allí, con fines dudosos, la persigue el hijo de Lalla Asma. Laila, atemorizada como un pececillo dorado, sólo piensa en alejarse de esos hombres que la tratan con un sospechoso afecto. Tras esconderses unos meses en un barrio paupérrimo, se marcha a París ilegalmente con Huriya, una de las «princesas» del fondac. La gran metrópoli la fascina, aunque la condena a la más absoluta marginalidad. Rodeada de los personajes más variopintos, encuentra en la literatura su tabla de salvación, pero, sólo tras un azaroso periplo, será la música la que la devolverá a sus raíces.
En el segundo año de la era Meiwa (1765), un discípulo de Karai Senryuu llamado Goryooken Arubesi (1788), cuyo nombre poético era Momen: algodón, publicó junto con su maestro, y evaluados por él, una compilación de senryuu llamada Haifuu Yanagidaru (más conocida como Yanagidaru en japonés). Estas antologías se fueron publicando sucesivamente hasta alcanzar los 167 tomos en el año noveno de la era Tenpoo (1838) y Karai Senryuu vivió lo suficiente como para ver publicados los primeros veintidós tomos.
Se dice que Karai Senryuu evaluó más de 2.300.000 poemas a lo largo de su vida. En el barrio de Asakusa, en la antigua ciudad de Edo (Tokio) hay un monumento en su homenaje en el lugar donde evaluaba los versos.