Hoy debería ser el día más feliz de mi vida.
Estoy prometida con el hombre de mis sueños y, en unas pocas horas, vamos a vernos delante de un juez que nos declarará marido y mujer hasta que la muerte nos separe. Pese a que el camino no ha sido fácil, este día es todo lo que siempre he deseado.
Solo hay un problema.
Ahí fuera hay alguien que no quiere que viva lo suficiente para dar el «sí, quiero».
Y, si no tengo cuidado, podría salirse con la suya.
Poppy y Alex. Alex y Poppy. No tienen nada en común: ella lleva vestidos estampados; él, pantalones de pinza. Ella es un espíritu aventurero; él prefiere quedarse en casa leyendo. Y, a pesar de todo, son mejores amigos. Durante la mayor parte del año viven separados ella en Nueva York, él en su pequeño pueblo, pero cada verano, desde hace ya una década, se toman una semana de vacaciones juntos. Hasta hace dos años, cuando todo cambió.
Ahora Poppy tiene todo lo que siempre había soñado, pero está atrapada en la rutina. Cuando alguien le pregunta cuándo fue feliz por última vez, sabe, sin duda alguna, que fue en ese último y fatídico viaje con Alex. Por eso decide convencer a su mejor amigo para viajar juntos una vez más. Tienen una semana para arreglarlo todo, ¿qué puede salir mal?
Flush es un cocker spaniel de pura raza poseedor de una extremada sensibilidad a las emociones humanas. Llega a la vida de Elizabeth Barrett, la poetisa más admirada de Inglaterra, en uno de sus momentos más difíciles. Animal y humana establecerán casi de inmediato un vínculo insólito. Flush acompañará a Elizabeth en sus días más oscuros, será afligido testigo de su romance con el poeta Robert Browning y la seguirá en su huida a Italia en pos de la felicidad que le hará recobrar la salud. Flush es una historia original, tierna y llena de humor en la que Woolf vuelve a temas recurrentes como la vida en el Londres victoriano o la diferencia de clases, esta vez a través de la inocente mirada de un perro, lo que la convierte en una de las novelas más encantadoras de la literatura contemporánea.
Martina es profesora y se resiste a tener que comunicarse con las personas a través de una pantalla, algo que se está poniendo muy de moda en la España de los noventa. Los chats atraen a todo el mundo, pero, sin duda, comienzan a ser una gran fuente de problemas. Y justo eso es lo que se encuentra Martina cuando, animada por unos amigos, acepta que entre en su casa, en su salón y en su vida su primer ordenador. Chats, amigos, risas, noches interminables de diversión... Todo se vuelve idílico cuando una persona de ese nuevo mundo, a quien ni ha visto nunca ni conoce, llama su atención, y su sola presencia a través de la pantalla la atrae cada vez más. Sin embargo, de pronto alguien la persigue y acosa, y empieza a tener miedo, sobre todo porque no tiene manera de averiguar si pertenece a la vida real o a la virtual.
Los poetas feroces cuentan lobos para dormir es un homenaje a la poesía y, muy especialmente, a los poetas que mantuvieron desigual debate entre poesía y vida. Con soltura y atrevimiento, huyendo de tópicos habituales, desde ángulos novedosos sabe reflexionar y dar la vuelta a la realidad preconcebida. Su humor y aparente despreocupación están, sin embargo, teñidos de amargura, pues sus poemas no dejan de ser sino una tentativa de lo infinito inalcanzable; la constatación de que, a la postre, la vida es mucho más que la poesía.
A modo de testamento poético, el gran maestro Ángel García López cuestiona en este nuevo libro la deriva lamentable emprendida por la poesía española última, donde falsos poetas han usurpado las riendas de la lírica. Apoyado en una declaración del también poeta y editor Abelardo Linares: «La casa de la Poesía es una casa en la que los okupas han echado a los poetas y se han quedado a vivir ahí», 'Testamento hecho en Wátani' levanta los faldones a la falacia para descubrir esa triste realidad. Y lo hace con esa poesía proteica que es capaz de recrear el lenguaje y convertir el verso en una creación magistral donde confluyen armónicamente la forma y el contenido.