Segundo volumen de «Pijas y divinas», una saga gamberra y divertida, con una trama repleta de trampas, errores, química sexual, romanticismo y mucho erotismo.
«De una boda, en teoría, sale otra boda. Chorradas. ¡Qué más quisiera yo!
Os seré franca, quiero casarme cuanto antes, pero no con cualquiera. En mi entorno el matrimonio es un arte y, a pesar de que he tenido novios y pretendientes, ninguno cumplía los requisitos, empezando por una cuenta bancaria saneada. Sé lo que pensáis, pero antes escuchad mis razones.
No valgo para trabajar y no me he criado entre algodones para ahora echarlo todo a perder. Necesito un esposo que no me saque muchos años y que no sea difícil de mirar; aunque, según mi madre, “a todo se acostumbra una, hija”.
Ahora que estoy en la boda de una amiga, miro alrededor y veo que aquí no encontraré al candidato. Así pues, seguiré buscando…»
«El odio es un animal hermoso, imposible de encerrar, con sed de sangre. El odio se despereza, se extiende y te atrapa. Se alimenta de tu rabia. Y al final vuelves a odiar. Porque es fácil. Porque lo necesitas».
¿QUÉ HARÍAS SI, TRAS HABER SOBREVIVIDO A LA QUE CREÍSTE QUE ERA LA PRUEBA MÁS DURA QUE PODÍAS SOPORTAR, EL DESTINO TE LLEVARA OTRA VEZ AL LÍMITE?
Para la inspectora jefa Ana Arén no hay tregua: después de que resolviera el caso que prácticamente acabó con ella, debe enfrentarse a un reto endiablado, el asesinato de una de las mujeres más famosas de España.
Siempre cuestionada por su superior, al frente de un equipo que aún no confía en ella y con el foco mediático sobre la investigación, Ana se ve de nuevo ante un crimen aparentemente irresoluble en el que el tiempo y el pasado se empeñan en jugar en su contra.
El detective Pepe Carvalho se enfrenta a una crisis internacional en Barcelona. Una operación de desestabilización política está en marcha y todo puede ocurrir en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. El detective deberá desenmascarar a los villanos antes de que Estados Unidos lance sus misiles, porque su vicepresidente, que no está familiarizado con la geopolítica, cree que Bagdad está al lado de Barcelona.
En la línea de la fábula satírica, en los límites de la melancolía y el sarcasmo, Carvalho protagoniza un ajuste de cuentas con el año prodigioso, 1992, desde la perspectiva de un mundo en crisis que ha olvidado todos los autos sacramentales de la modernidad.
Carlos Palacio (Pala) es filólogo hispanista, médico y cantautor. Nueve álbumes musicales de estudio y cinco poemarios dan cuenta de su dedicación, por más de veinte años, al cultivo de la palabra escrita y cantada. Ha recibido, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional de Música del Ministerio de Cultura de Colombia, el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández, el Premio de Poesía Alcaldía de Medellín, la Orden al Mérito Artístico Don Juan del Corral del Concejo de Medellín y, con este poemario, el Premio Internacional de Poesía Antonio Machado en Baeza.
En los niños no ven féretros, ganador por unanimidad del Premio de Poesia Hiperión en su XXXVII, convocatoria, el autor, tras las postrimerías de la adolescencia, vuelve la vista atrás para evocar, con cuidada y siempre bien resuelta variedad formal, esa primera vida de la infancia, las primeras experiencias amorosas, la amistad, los primeros tanteos poéticos y el protector regazo familiar. Evocaciones y reflexiones que llenan de contenido unos poemas de línea clara y tono elegíaco, propios de una naciente conciencia de la caducidad.
Un hecho fortuito coloca a Andrés Lavriaga, un prófugo que acaba de robar una sucursal de préstamos, y a Julia Bazin, una bióloga que llegó a un punto ciego en su vida, en el mismo escenario y con el mismo rótulo: son los únicos sobrevivientes de un triple accidente de tránsito en la ruta. Así empieza esta historia: con el desenlace de una secuencia que reconfigura la vida de los dos personajes, sus pasados y también el presente, que comparten en el hospital al que son derivados.
El resto del mundo rima narra la experiencia fantasmal de una mujer que desafía la lógica de la existencia. Que escapa de su internación, se esconde en un placar y usurpa la identidad de una doctora para acercarse al otro sobreviviente y, a partir de la vida de él, reinventar la suya. Julia, camuflada como Mónica Elzester, y Andrés, convaleciente, entablan una relación extraña y ambigua. Ambos buscan sentido en la memoria del otro, que se mezcla con películas, sueños y fragmentos leídos.