The war is over.
The war has just begun.
Three times throughout its history, Nikan has fought for its survival in the bloody Poppy Wars. Though the third battle has ended, the war still rages for Rin. Haunted by the atrocity she committed to save her people, the shaman and warrior is on the run from her guilt, the opium addiction that holds her like a vise, and the murderous commands of the fiery Phoenix—the vengeful god who has blessed Rin with fearsome power.
While the young warrior welcomes death, she must remain alive until she avenges the traitorous Empress who betrayed her homeland. Rin’s only hope is to join forces with the enemy of her enemy—the powerful Dragon Warlord, who plots to destroy the Empress.
When Rin aced the Keju—the Empire-wide test to find the most talented youth to learn at the Academies—it was a shock to everyone: to the test officials, who couldn’t believe a war orphan from Rooster Province could pass without cheating; to Rin’s guardians, who believed they’d finally be able to marry her off and further their criminal enterprise; and to Rin herself, who realized she was finally free of the servitude and despair that had made up her daily existence. That she got into Sinegard—the most elite military school in Nikan—was even more surprising.
But surprises aren’t always good.
Because being a dark-skinned peasant girl from the south is not an easy thing at Sinegard. Targeted from the outset by rival classmates for her color, poverty, and gender, Rin discovers she possesses a lethal, unearthly power—an aptitude for the nearly mythical art of shamanism. Exploring the depths of her gift with the help of a seemingly insane teacher and psychoactive substances, Rin learns that gods long thought dead are very much alive—and that mastering control over those powers could mean more than just surviving school.
«Mi tutor piensa tanto en sí mismo que, si yo no hago igual, me olvidarán»: este plan de vida es el del joven Martin Chuzzlewit, criado por su rico abuelo en el interés y ladesconfianza, especialmente de los múltiples miembros de su propia familia, que conspiran todos para heredar. Cuando el joven se enamora de Mary Graham, la señorita de compañía de su abuelo, y desata la ira de este, busca refugio en casa de otro pariente suyo, el señor Pecksniff, arquitecto que jamás ha construido nada e imagen viva de la mezquindad y la hipocresía.«Y lo que es cierto de las familias lo es también de la sociedad.» Según cuenta André Maurois, Dickens tenía pensado empezar la novela así: «Escena: vuestra casa. Personajes: vosotros mismos». Y añade: «Se abstuvo e hizo bien. Todo era demasiado real para que lo aceptáramos».
Clarice Lispector vivió casi dos décadas en el extranjero y mantuvo una larga y fructífera correspondencia con sus círculos profesionales y familiares. A pesar de afirmar que «no sabía escribir cartas», estas resultan en realidad una aventura tan fascinante y creativa como sus deslumbrantes novelas, cuentos y crónicas, ya que Lispector también hace gala en ellas de su infalible inspiración, humor y lirismo.
Todas las cartas, que reúne la correspondencia escrita por la autora brasileña a lo largo de toda su vida, constituye un corpus fundamental para comprender su trayectoria personal y literaria. El material, organizado por décadas de 1940 a 1970, va acompañado de notas que lo contextualizan en términos de tiempo y lugar, que además incluyen sustanciosas referencias culturales.
Los Jinetes del Apocalipsis han renacido para destruir el mundo de nuevo, pero uno de los cuatro no está donde debería. Muerte ha roto las reglas y tiene su propia misión. Una búsqueda que le llevará a través del continente de Norteamérica y que dejará muchos cadáveres a sus pasos.onathan Hickman (Los proyectos Manhattan, Amanecer de X) y Nick Dragotta (Los Cuatro Fantásticos) presentan una saga épica que mezcla el western con la ciencia ficción y las profecías apocalípticas.
Uno de los grandes embajadores de la lengua española arma una monumental antología de la poesía en nuestra lengua.
«Los más de los poetas y poemas que aparecen en las páginas que siguen llegan a ellas con la impecable ejecutoria de hidalguía de una sostenida influencia en otros creadores y en otros textos, una opinión crítica unánime y la evidente predilección de los aficionados. A decir verdad, mi tarea ha sido fundamentalmente ir a buscar en las ediciones de mayor solvencia esos poemas y esos poetas estrictamente clásicos y traerlos aquí en la más amplia medida que permitieran las dimensiones del volumen. Las introducciones a cada autor y a cada texto hilvanan una no tan pequeña historia de la creación poética en España desde las jarchas hasta nuestros días.»
«En los horizontes de la poesía española, hay, con todo, zonas de penumbra: períodos sólo frecuentados por unos cuantos especialistas, autores ―también ellos― de dudosa reputación, rescates tardíos y minoritarios… Es en esos claroscuros donde quizá se encuentre (y se excuse) una intervención mía más personal y donde me habría gustado ofrecer al común de los lectores una selección tan orientadora como gozosa.»
FRANCISCO RICO