1800. Ser una bruja puede costarte la vida, pero solo si te descubren. Por eso, cuando su secreto se revela, Riven y sus hermanas deben huir para evitar la horca. Pronto encuentran refugio en Pitchfork, un pueblecito de calles empedradas, rodeado por un frondoso y oscuro bosque, donde sus habitantes las acogen con los brazos abiertos.
«Cerrar un círculo, otro círculo. De eso se trataba, ¿no?, de cerrar círculos».
Un escritor que curiosamente responde al nombre de Juan José Millás recibe el encargo del periódico en el que colabora para escribir el que, cree, puede ser su último reportaje. Por ello debe pensar con cuidado el tema que sirva de broche de oro a toda una carrera. La búsqueda del reportaje perfecto despierta en su interior el recuerdo de un episodio de su pasado, envuelto en la niebla entre la realidad y lo imaginado, que lo sitúa frente a una parte de su vida olvidada en el devenir de los años. ¿Qué ocurrió con el director de la sucursal del Banco Hispano Americano al que fue a visitar una mañana de su infancia junto a su madre? ¿Y con su amigo de la universidad, Alberto?
Juan José Millás aborda en esta historia, pertida y honda al tiempo, el misterio de la identidad, los límites de la ficción y el poder de la literatura para dar forma a lo real. Ese imbécil va a escribir una novela supone un salto mortal de Millás como narrador, que juega con el lector en estas páginas como un ilusionista, un mago de la palabra, un deslumbrante prestidigitador.
Medea, hija del rey Eetes de Cólquida, anhela una vida diferente. De pequeña es separada de su hermana, rechazada por su madre y golpeada y atormentada por su padre y su hermano. Porque Medea es distinta: ha nacido con un talento único y aparentemente peligroso: el poder de canalizar los dones de la diosa Hécate y manipular la naturaleza con pociones y hechizos.
Cuando un joven y apuesto héroe, Jasón, llega para reclamar el célebre Vellocino de Oro que su padre protege ferozmente, Medea ve su oportunidad de escapar. Al ofrecerse a ayudar a Jasón a superar los obstáculos que se interponen entre él y su objetivo a cambio de alejarla de Cólquida, ella pone en marcha un viaje que pondrá a prueba su fuerza, su magia y su lealtad; un viaje que la verá luchar contra monstruos, destronar reyes y enamorarse de un hombre que nunca la merecerá. Un viaje, al fin, que inevitablemente terminará en traición y derramamiento de sangre.
Los buenos novelistas siempre cuentan en sus historias con un personaje que acaba siendo tan importante como el protagonista: la ciudad donde trascurren los hechos. Por eso no hay mejor guía para conocer La Habana que Leonardo Padura, el autor que mejor le ha tomado el pulso, a lo largo de diferentes épocas, en cada una de sus novelas. Este libro ofrece un paseo por los barrios de La Habana en forma de historia autobiográfica del propio novelista, que va desde Mantilla hasta los diferentes barrios de la ciudad. Y en cada uno de ellos, su historia se complementa con los fragmentos de las novelas donde aparecen. A la vez, en una segunda parte, se reúnen varios reportajes sobre los aspectos más sorprendentes y desconocido de su historia. No es difícil ver en muchos de ellos el embrión de los casos de Mario Conde, o el pasado evocado en tantas novelas de Padura, que nos hace vivir la ciudad, y viajar en el tiempo.
En la antigua Nínive, a orillas del río Tigris, durante la época de mayor esplendor de Mesopotamia, el culto y despiadado rey Asurbanipal erigió una magnífica biblioteca para atesorar su preciada colección de tablillas, como las de La epopeya de Gilgamesh. El monarca está a punto de quemar vivo a su viejo maestro, aquel que le inculcó el amor por la poesía, pero que ha terminado por traicionarlo. Pronto el Imperio asirio se derrumbará y quedará sepultado.
Flavia de Luce has taken on the mentorship of her odious moon-faced cousin Undine, who has come to live at Buckshaw following the death of her mother. Undine’s main talent, aside from cultivating disgusting habits, seems to be raising Flavia’s hackles, although in her best moments she shows potential for trespassing, trickery, and other assorted mayhem.
When Major Greyleigh, a local recluse and former hangman, is found dead after a breakfast of poisonous mushrooms, suspicion falls on the de Luce family’s longtime cook, Mrs. Mullet. After all, wasn’t it she who’d picked the mushrooms, cooked the omelet, and served it to Greyleigh moments before his death? “I have to admit,” says Flavia, an expert in the chemical nature of poisons, “that I’d been praying to God for a jolly good old-fashioned mushroom poisoning. Not that I wanted anyone to die, but why give a girl a gift such as mine without giving her the opportunity to use it?”