Edición de Fausta Antonucci y Juan Manuel Escudero.Nuevo título de la colección Biblioteca Clásica de la Real AcademiaEspañola
El médico de su honra yEl alcalde de Zalamea encabezan, junto conLa vida es sueño, el canon de la dramaturgia seria calderoniana. Si en la primera de estas dos obras se reivindica el derecho de los villanos al honor–un honor que es dignidad de la persona, y que se conquista con el esfuerzo, el trabajo y la virtud–, enEl médico de su honra se muestran los efectos devastadores del necesario mantenimiento del honor estamental. Ambas tragedias, que por eso lo son, dramatizan los resultados de los abusos de poder y el precio que el vasallo (el individuo, en una perspectiva más moderna) tiene que pagar para oponérseles. Los estudios de Fausta Antonucci (El médico de su honra) y de Juan Manuel Escudero (El alcalde de Zalamea) profundizan en las muy diversas interpretaciones que han recibido las dos obras, de las que se ofrece en este volumen un texto depurado y anotado a la luz de las últimas aportaciones críticas.
«En esta noche sin igual concluyen cuatro años de una guerra monstruosa y de una lucha indecible en la que Francia bregaba con su vergüenza y su rabia. Quienes nunca perdieron la esperanza ni en sí mismos ni en su país hallan bajo este cielo su recompensa. Esta noche vale sobradamente un mundo, es la noche de la verdad.»
En 1944 Albert Camus ya había publicado El extranjero y El mito de Sísifo, pero fueron sus artículos en Combatlos que lo dieron a conocer y le hicieron emerger como un líder moral e intelectual. Entre el otoño de 1943 y junio de 1947, fue redactor jefe y editorialista de este periódico de la Resistencia. Sus textos nos ofrecen el lúcido testimonio de un periodista consciente de sus responsabilidades tanto durante la ocupación como tras ella, cuando hubo que repensar la vida cotidiana y al mismo tiempo dibujar el futuro de Francia y Europa.
Empeñado en introducir la moralidad en la política, Camus reacciona ante temas y acontecimientos como las deportaciones, la liberación, la justicia para los colaboracionistas, el regreso de los prisioneros de guerra, la escasez de alimentos, el papel de las instituciones internacionales en la posguerra, las injusticias coloniales (y, en particular, el problema de Argelia) y la situación de la prensa.
Más de setenta años después de su publicación, estos textos siguen resultando conmovedores y muy impresionantes, y oímos en ellos la voz apasionada de un escritor dispuesto a participar en la Historia con su intenso afán de justicia, libertad y verdad.