Ver como
Ordenar por
Mostrar por página
Imagen de NO LLAMES A CASA (BOL)
800

NO LLAMES A CASA (BOL)

Barcelona, 2012. Bruno, Raquel y Cristian parecen haber dado con el negocio que les sacará de la miseria, de dormir en parques y cajeros automáticos. Bruno controla el negocio. Su novia, Raquel, extoxicómana, lleva la contabilidad, y Cristian hace el trabajo de campo. Es un negocio tan limpio y sencillo que es increíble que no se le haya ocurrido a nadie antes. Se apostan alrededor de las casas de citas donde las parejas acuden de día y de noche. Al salir, las siguen, apuntan las matrículas de los coches, consiguen saber quién es el titular del vehículo y después llaman y ponen precio a su silencio. Los chantajes empiezan dando buenos resultados, pero llegará el momento en que se equivoquen de víctima.
800
Imagen de TAXI (BOL)
800

TAXI (BOL)

«Tenemos que hablar», le dice Lola a su marido durante el desayuno. Él le responde que lo harán por la noche, cuando acabe su jornada en el taxi. Sandino es un hombre melancólico, que duda en regresar a casa porque teme que Lola, harta de sus infidelidades, lo deje. No está muy seguro de si desea que eso suceda, como tampoco sabe si le gusta ser taxista, si es capaz de querer a alguien o si todo consiste en seguir rodando y chocando, como una bola en una mesa de billar llamada Barcelona. Durante siete días y sus seis noches, Sandino recorre las calles y los barrios como un muñeco roto que huye de sí mismo, un depredador que deambula sin rumbo fijo, de sitio a sitio, a criterio siempre del cliente, del tedio o de la ocasión de cauterizar la herida de la forma más carnal.
800
Imagen de LAS CHICAS OCULTAS  (BOL)
800

LAS CHICAS OCULTAS (BOL)

Para Ruth, una madre primeriza que está recuperándose de psicosis posparto, cada día es un reto. Lleva meses escuchando voces que salen de las paredes y sintiendo que no puede fiarse de nadie. Ni siquiera de sí misma. Cuando una noche Ruth oye un grito proveniente de la gasolinera del barrio, asume que se trata de su mente jugándole una mala pasada. La policía ha sido tajante con ella: tiene que dejar de llamarlos. Y su marido, Giles, también está harto de que vea un peligro acechando en cada esquina. Ruth sabe que es muy probable que el grito no fuera real, pero no puede olvidarse del asunto. ¿Y si no se lo ha imaginado? ¿Y si fue la única que lo oyó? ¿Y si alguien necesita ayuda?
800