Clanton, Mississippi, 1990. Stuart Kofer, ayudante del sheriff, se considera intocable. Aunque, cuando bebe más de la cuenta, algo bastante habitual, vuelca sus ataques de ira en su novia, Josie, y los hijos adolescentes de esta, elcódigo de silencio de la policía siempre le ha protegido.
Pero, una noche, tras golpear a Josie hasta dejarla inconsciente en el suelo, su hijo Drew sabe que solo tiene una opción para salvar a su familia. Cogeuna pistola y decide tomarse la justicia por su mano.
En Clanton, no hay nada que suscite más odio que un asesino de policías… excepto, quizá, su abogado. Jake Brigance no quiere encargarse de este caso imposible, pero esel único con suficiente experiencia para defender al chico.
Y cuando comienza el juicio, parece que solo hay un resultado en el horizonte para Drew: la cámara de gas. Pero, como la ciudad de Clanton descubre una vez más, cuando Jake Brigance se hace cargo de un caso imposible… todo es posible.
Siguiendo el camino abierto por Ojalá, esta flamante propuesta de Defreds sorprende como contrapartida y continuación de Siempre, su anterior título, un nuevo volumen en el que destacarán también las preciosas creaciones de Lady Desidia que ilustran los textos. En este caso, el libro está organizado siguiendo los signos del Zodíaco, que marcan la impronta de una personalidad, con sus características distintivas, como un personaje con sus cualidades y defectos, que se enfrenta a los hechos y las experiencias de cada día que nos afectan a todos por igual. Una fábula actual bajo la tutela del cielo que reparte personalidad y temperamento, filias, fobias diferentes, para enfrentarnos a la pelea cotidiana.
La obra de Marceline Desbordes-Valmore (1786-1859) presenta un acorde sin par entre la poesía y la vida, lleno de dulces dolores, como casi jamás lo sacó de su destino ninguna poetisa. Y sólo nosotros, que llegamos después, descubrimos con profunda veneración el secreto supremo de su vida y de su arte, que es la más noble fórmula del poeta: cansar al sufrimiento con un amor infinito y envolver en eterna música el grito del dolor.