A los veintidós años, Sydney lo tiene todo: el novio perfecto, un futuro brillante y un bonito apartamento que comparte con su mejor amiga. Pero todo cambia el día en que Ridge, su misterioso y atractivo vecino músico, le advierte de que su novio la engaña con su mejor amiga y Sydney debe decidir qué hacer con su vida. Sólo con lo puesto y sin recursos, Ridge la acoge en su casa y no deja de sorprenderla. Sydney vibra cuando él toca sus hermosas melodías y, aunque el corazón de Ridge está ocupado, él no puede ignorar que ha encontrado a su musa. Cuando finalmente se den cuenta de que se necesitan, entenderán que los sentimientos no pueden traicionar al corazón.
Ninguna estrella arde para siempre.
En 1912, Edwin St. Andrew busca una nueva vida en la colonia británica de Columbia al ser exiliado por sus ideas políticas.
En 2020, Mirella busca a la responsable de la muerte de su marido.
En 2203, Olive Llewelyn, autora de éxito, viaja por la Tierra para promocionar una novela que, aunque ella no lo sabe, será profética.
En 2401, el detective Gaspery-Jacques Roberts recibe el encargo de investigar una anomalía en el tiempo. Pronto descubrirá que sus acciones pueden cambiar el rumbo de la historia.
Y a todos ellos los une una melodía de violín, tocada en una terminal aeroespacial, y un arce milenario que trascienden ambos el espacio y el tiempo.
El mar de la tranquilidad es una novela sobre los universos paralelos y sus posibilidades, que juega con la propia línea que debería seguir el tiempo, y que habla sobre el arte, el amor y las relaciones humanas.
Amores de adolescencia evocados con serena nostalgia, jóvenes apenas vislumbradas, reseñas de jazz sobre discos imposibles, un poeta amante del béisbol, un simio parlante que trabaja como masajista y un anciano que habla de un círculo con varios centros... Los personajes y las escenas de este esperadísimo volumen de relatos hacen saltar por los aires los límites entre la imaginación y el mundo real. Y nos devuelven, intactos, los amores perdidos, las relaciones truncadas y la soledad, la adolescencia, los reencuentros y, sobre todo, la memoria del amor. Un narrador en primera persona que, a veces, podría ser el propio Murakami. ¿Se trata entonces de un libro de memorias, de unos relatos con tintes autobiográficos o de un volumen exclusivamente de ficción? El lector tendrá que decidir.