Pepita Piquer no recuerda que su hermana Flora o su amiga Anita, con quien conversa a menudo, fallecieron hace muchos años. Tampoco que tiene cuatro hijos o que ya no trabaja en la tienda de ropa de la calle Trafalgar como cuando era joven. Pese a que una de sus obsesiones durante su vida fue que sus hijos le juraran que nunca la ingresarían en una residencia, el alzhéimer ha hecho estragos y pasa sus últimos días en un geriátrico del Eixample. El impacto que para su hijo David, profesor de literatura en la universidad, supone el diagnóstico y la nueva situación de su madre es el detonante para que empiece a escribir una novela.
A través de una estructura fragmentaria, el autor cuenta en primera persona la experiencia de la enfermedad de su madre y su vida en el geriátrico, junto con variopintas historias de otros residentes y reflexiones acerca de la memoria y el relato que hacemos de nuestro pasado en esta magnífica nouvelle, la primera incursión en el género del autor.
Imaginen por un momento una mesa bien dispuesta, con platos de loza blanca llenos de comida exquisita. Imaginen unas judías verdes condimentadas con mantequilla fundida, el olor embriagador de unos pimientos asados y la textura de un Strudel de manzana recién horneado. Al levantar la vista encontrarán a diez mujeres jóvenes y famélicas. Estamos en el cuartel general de Hitler y corre el año 1943; la guerra causa estragos, pero ellas están aquí y tienen hambre. Lo que pueda pasar después poco importa... «¡Comed!», ordenan los soldados de la SS: ellas son las catadoras del Führer y tendrán que aguardar una hora hasta que los guardias descarten que las viandas están envenenadas. En el ambiente turbio de este banquete perverso, que siempre puede ser el último, las jóvenes y los militares del cuartel trenzan alianzas insólitas. Pero ¿acaso hay algo insólito cuando vivimos al límite? Inspirándose en la historia real de Margot Wölk, catadora de Hitler, Rosella Postorino atraviesa el laberinto del deseo para contarnos la historia de Rosa Sauer, una joven que se aferra a su afán por saborearlo todo, incluido el sexo prohibido, mientras espera a un marido que no regresa: una mujer con ganas de sentirse viva.
En la campiña holandesa, en un pueblo donde nunca pasa ni nadie, un veterinario rural cumple con otra visita rutinaria a la granja vecina. Es el inicio de un verano asfixiante en el que corren rumores de una enfermedad bovina que se extiende por la zona, pero él solo tiene ojos para la hija pequeña del ganadero, que pasa los días de vacaciones jugando en la casa familiar. Nadie sospecharía lo mucho que ambos pueden tener en común, la sensibilidad y el dolor que conecta sus destinos. Nadie excepto él, que sabe que, desde ese momento, su vida solo existe a su lado.
Hay grandes historias en la literatura, igual que hay grandes voces. Rijneveld pone la suya, que ya le valió el Booker International con su primer libro La inquietud de la noche, al servicio de una de estas: la reinterpretación de Lolita, la historia que definió qué consideramos amor.