-Cuando tu vida está en juego, solo hay dos opciones: adaptarse o morir.-
Louise y Ludovic han invertido un año de sus vidas en realizar el sueño de dar la vuelta al mundo a bordo de su embarcación,Jason. En la recta final de su periplo deciden recalar en la Isla San Pedro para visitar la antigua y desierta estación ballenera y astillero de Stromness.
Sorprendidos por una tormenta, la pareja resuelve pasar la noche en tierra, confiando en poder retomar su travesía al día siguiente. Sin embargo, al despertar,Jason ha desaparecido. No hay rastro del navío, y eso solo puede significar una cosa: están atrapados e incomunicados en mitad del Océano Atlántico. El uno con el otro y, pese a todo, solos.
Como dos Robinson modernos, Louise y Ludovic tendrán que luchar por su propia supervivencia. La suya será una batalla incesante contra los elementos y la faz más salvaje de la naturaleza que a su vez los llevará hasta los límites de la moral, el amor y el sacrificio.
Este es uno de los poemas más asombrosos de toda la literatura universal. En él lo primero que llama la atención es su desmesurada longitud, más de un millar de versos; pero cuando vemos que consiste en un debate monologado sobre la fe y la incredulidad, no nos extraña que el lector inglés de mediados del siglo XIX (se publicó en 1855, dentro de los dos volúmenes de Hombres y mujeres) diera la espalda a una idea tan insólita, por no decir extravagante.
Un obispo católico inglés, de sobremesa y entre vasos de clarete, se entrega a un largo soliloquio en presencia de un librepensador que ha escrito sobre él. La Apología, con su utilitarismo pragmático, que quizá Browning no se toma muy en serio, tiene un doble filo; tanto los agnósticos como los creyentes van a sentirse inseguros con este personaje; en resumidas cuentas, no sabemos si es simpático o no, si estamos o no de acuerdo con él, si convence o no convence. Y el final abierto del poema aumenta las dudas en vez de disiparlas.
En este libro crudo y tierno, entre la emoción y la dureza, los recuerdos se ligan a los ritmos de las rondas infantiles. Llega el momento en la vida en que los juegos y cantos pierden su inocencia. Una muchacha educada, pero también traviesa, que toca el piano, practica esgrima y se pelea con su hermana, transita la traumática experiencia que separa la niñez de la adolescencia. El despertar del cuerpo y el encanto por lo prohibido pautan las rondas de una niña que se quiere comer y «amanecer al mundo / desflorada a besos». La Biblioteca Elena Poniatowska reúne la obra narrativa, ensayística y periodística de la autora que ha explorado con maestría el género que ha tenido enfrente. En Rondas de la niña mala la poesía evoca los fogosos años de la juventud y el descubrimiento de la sensualidad y sus delirios.