La carrera profesional de Florence Lovelady llegó a lo más alto cuando treinta años atrás ella misma dirigió el arresto de Larry Grassbrook, un fabricante de ataúdes y asesino en serie. Como algo propio de nuestras peores pesadillas, las víctimas eran niños y fueron enterrados vivos. Florence resolvió el misterio y encerró a Larry en la cárcel el resto de su vida, justo antes de que más niños fueran asesinados.
Treinta años más tarde, Larry ha muerto y los hechos del pasado vuelven a repetirse. ¿Estuvo Florence equivocada durante todos estos años? ¿O hay algo mucho más oscuro y macabro?
Saltar la hoguera se inserta ya de forma plena en la senda del intimismo despojado y la contención expresiva que La víspera nos permitía intuir. Consciente más que nunca de que un poema no es lo mismo que la realidad, pero también de que, a cambio de esa certeza, la lectura nos devuelve todo aquello que merece la pena preservarse.
En Una extraña ciencia, Julio Rodríguez ahonda en la línea poética que ha empezado a construir desde su primer libro: una poesía fresca y cercana, intensa pero contenida, que brilla con luz propia. Los poemas recogidos en este volumen plantean de manera magistral esa extraña ciencia de vivir, hablándonos sin tapujos de las pequeñas derrotas y satisfacciones cotidianas y haciendo una lectura del amor fuera de tópico