Un elogio de la felicidad y del amor sin condiciones.
Han pasado seis meses desde la muerte de mi madre. No he sido capaz de afrontarla hasta que un desconocido ha aparecido en mi vida de una manera sorprendente, apremiándome para que resuelva los asuntos pendientes. He de aceptar una herencia que, aunque resolverá mi vida, me atará definitivamente a la de mi familia. No estoy segura de que sea eso lo que quiero: perder mi independencia. Además, no es algo simple, nada de firmar unos papeles en el notario, no. Primero he de instalarme en su casa durante tres meses y seguir las instrucciones que me ha dejado en seis cartas. ¿Por qué tanto misterio? ¿Quién es este Paul Dombasle que, también fallecido, me ha traído hasta París para hacerme un regalo extremadamente valioso? ¿Y mi madre? ¿Quién era realmente mi madre?
Con estas preguntas comienza para Miranda Herrera un camino lleno de misterio, descubrimiento, peligro y «días rojos» —esos en los que de repente tenemos miedo y no sabemos por qué—, que la llevará, a través de las extraordinarias vidas de su madre y de su abuela, al amor sin ataduras ni convenciones que tantos se empeñan en negar.
Una novela de pasiones no correspondidas, desamores y ausencias, fiestas disparatadas, hilarantes conversaciones, amigas, perros, tóxicos y un fantasma con mucho que contar.
La providencia hizo que España, una carismática señora de la jet set madrileña, y Lulú, una joven mexicana, se conocieran llorando solas una tarde en el Retiro. España sufría malgastando su energía y su amor en complacer a un marido que no la correspondía en absoluto; Lulú se esforzaba en comenzar una nueva vida tras el traumático y prematuro fallecimiento de su madre.
Diametralmente opuestas en todo, pronto se darán cuenta de lo mucho que se complementan, y decidirán afrontar juntas los numerosos obstáculos que les depara el destino.
Lo cierto es que no estarán solas, Venezia, la madre de Lulú, de belleza y mala suerte extraordinarias, estará con ellas en cada tramo del camino, acompañándolas, apoyándolas y riéndose de ellas, aunque no puedan verla; aunque nunca lleguen a saberlo; aunque sea un fantasma.
Una apasionante historia que cambió la teoría de los números en plena devastación a causa de la Primera Guerra Mundial.
Una mañana de enero de 1913, G. H. Hardy–de treinta y siete años, excéntrico y carismático, y considerado ya uno de los más grandes matemáticos británicos de su tiempo–recibe un sobre misterioso con abundantes sellos indios. Dentro encuentra una carta un tanto incoherente de un humilde contable de Madrás, Srinivasa Ramanujan, que afirma estar muy cerca de encontrar la solución de uno de los más importantes–y nunca resueltos–problemas matemáticos de la época. Algunos colegas de Hardy en Cambridge piensan que eso es un cuento chino y no hacen caso de la misiva, pero él está cada vez más convencido de que Srinivasa Ramanujan merece ser tomado en serio. Y con la ayuda de su asistente Littlewood y del joven profesor Neville y su esposa Alice, que irán muy pronto a Madrás, Hardy decide averiguar todo lo que pueda sobre el misterioso Ramanujan, y hasta se propone convencerlo de que vaya a Cambridge. Esa decisión cambiará no sólo su propia vida y la de sus amigos, sino también la historia de la ciencia.
El contable hindú está basada en la historia verdadera de la extraña y finalmente trágica relación entre un admirado matemático británico y un genio autodidacta y desconocido; una historia donde tuvieron un papel intelectuales como D. H. Lawrence, Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. David Leavitt explora un periodo fascinante de la historia y la cultura en una novela apasionante, sutil y llena de matices acerca de la fragilidad de las relaciones humanas y nuestra necesidad de encontrar un orden en el mundo.