Una novela de pasiones no correspondidas, desamores y ausencias, fiestas disparatadas, hilarantes conversaciones, amigas, perros, tóxicos y un fantasma con mucho que contar.
La providencia hizo que España, una carismática señora de la jet set madrileña, y Lulú, una joven mexicana, se conocieran llorando solas una tarde en el Retiro. España sufría malgastando su energía y su amor en complacer a un marido que no la correspondía en absoluto; Lulú se esforzaba en comenzar una nueva vida tras el traumático y prematuro fallecimiento de su madre.
Diametralmente opuestas en todo, pronto se darán cuenta de lo mucho que se complementan, y decidirán afrontar juntas los numerosos obstáculos que les depara el destino.
Lo cierto es que no estarán solas, Venezia, la madre de Lulú, de belleza y mala suerte extraordinarias, estará con ellas en cada tramo del camino, acompañándolas, apoyándolas y riéndose de ellas, aunque no puedan verla; aunque nunca lleguen a saberlo; aunque sea un fantasma.
En el Madrid de los años noventa, una joven logra sobrevivir a lo que parece un brutal ataque de violencia de género. La prensa y la opinión pública hacen eco de la noticia y, durante días, no se habla de otra cosa. Incluso hay quien afirma que se lo estaba buscando. Cuando por fin despierta del coma, Minerva no recuerda absolutamente nada, ni siquiera a su agresor que, desde ese instante, se mezclará entre sus amigos más íntimos para convertirse en su sombra y permanecer a su lado durante años esperando, a pesar de los cambios sociales, el momento oportuno para finalizar su «autoencargo». Pero ¿las cosas han cambiado tanto como creemos? ¿Por fin la sociedad ha dejado de juzgar a las mujeres que sufren agresiones de este tipo?
Construida a partir de pinceladas breves, Luz de verano, y después la noche retrata de forma peculiar y cautivadora una pequeña comunidad de la costa islandesa alejada del tumulto del mundo, pero rodeada de una naturaleza que les impone un ritmo y una sensibilidad particularísimos. Allí, donde parecería que los días se repiten y un invierno entero podría resumirse en una postal, la lujuria, los anhelos secretos, la alegría y la soledad enlazan los días y las noches, de forma que lo cotidiano convive con lo extraordinario.