En 1986, Hana abandona los estudios universitarios que, llena de curiosidad y entusiasmo, había iniciado hacía poco en Tirana para regresar a la remota aldea de las montañas del norte de Albania donde se encuentra la casa de su tío Gjergj, que la crió tras la muerte de sus padres y que ahora es viudo y está muy enfermo. Un acto de amor y gratitud que acaba desencadenando una aterradora inmolación personal. En efecto, Hana es la única familia que le queda, pero cuidar de él no es fácil en un paraje tan aislado y aferrado a costumbres ancestrales, en el cual ser mujer le impide trabajar o desplazarse de forma segura para conseguir medicamentos. Tras rechazar el matrimonio concertado que permitiría a Gjergj morir en paz y la obligaría, al mismo tiempo, a renunciar a su independencia, concluye que la única manera de solucionar sus problemas es ser una virgen jurada: es decir, una de esas mujeres que, siguiendo una antigua tradición albanesa, en un determinado momento de sus vidas se ven abocadas a hacer voto de castidad y convertirse en hombres para administrar el legado de los suyos. Sólo así le proporcionará a su tío el sosiego para rendirse a la enfermedad que lo devora.
En 1967, Adam Walker, un aspirante a poeta y estudiante de la Universidad de Columbia, asiste a una fiesta donde conoce a una enigmática pareja formada por el sofisticado Rudolf Born y la silenciosa y seductora Margot. En poco tiempo, Walker se encuentra atrapado en un triángulo perverso que tras un repentino acto de violencia alterará el curso de su vida para siempre.
Inquietante novela de formación sobre la mentira, el deseo y el amor, Invisible navega a lo largo de cuarenta años de historia y su exploración de la ira juvenil, el despertar sexual o la incesante búsqueda de justicia contiene muchas de las características distintivas del buen hacer narrativo de Paul Auster, desde sus recursos formales y travesuras estilísticas hasta su profundidad psicológica o su talento para manipular las voces y las historias.
Cuando las olas susurran secretos del pasado, una pasión eterna resurge de las mareas.
Deva Ortiz trabaja en una prestigiosa editorial, pero su carrera se encuentra estancada. Todo cambia cuando le asignan la corrección del manuscrito ganador del Premio Cristal. Parece una oportunidad única, hasta que descubre que el autor es Ulises Folch, un escritor estirado, huraño e inflexible, respaldado por la crítica y miles de seguidores. Colaborar con él será un reto para Deva, pero también su única oportunidad de destacar en el mundo editorial.
Lo que no espera Deva es el irresistible atractivo de Ulises, que amenaza con desestabilizar su matrimonio con Roi. A medida que trabajan juntos en una novela que explora un amor imposible durante la guerra de Vietnam, Deva empieza a conocer mejor a Ulises, y sufre la tentación de desentrañar el misterio que lo rodea. Su intento de comprender al autor la llevará a leer su primera obra, Cuando baje la marea, un relato de traición y poder en los clanes escoceses del siglo XVIII.
La protagonista de El dedo en la boca se llama Lung L. y no tiene más de veinte años; ha pasado un tiempo en una clínica, le gusta ir en tren y dar paseos en plena naturaleza; parece a la vez cruel y vulnerable; en ocasiones, mientras se chupa el pulgar, una costumbre que no abandona, con la otra mano atrapa en el aire vestigios de la memoria, recuerdos donde se entrecruzan su primo Felix, su padre, una enfermera y personajes cuya presencia puede evocar como en un sueño. A su vez, el joven que protagoniza Las estatuas de agua, llamado Beeklam, se rodea de un criado, de soledad y de estatuas en su sótano de Ámsterdam, pero quizá un día salga a la luz y encuentre su doble en Katrin, una niña que no tiene prisa por llegar a ninguna parte, como si supiera que su vida discurre, en realidad, en otro lugar.
La vida de Doug Peacock ha estado marcada por los tres años que pasó combatiendo en Vietnam y viendo demasiados daños colaterales, «esa expresión cobarde con la que los gobiernos aluden a los cuerpos inocentes desmembrados que resultan de la mayoría de ataques aéreos», nos aclara el autor. A su regreso a Estados Unidos, Peacock decidió afrontar su diagnóstico de estrés postraumático poniendo toda su rabia y su experiencia de combate al servicio de la defensa de la naturaleza. Así llegó a ser el que hoy es y cuyo relato vital se cuenta en este libro: un ecologista radical, subversivo e íntimamente convencido de que lo salvaje es lo único que queda en este mundo que merece la pena salvar. De este modo, Peacock nos relata con pluma y tempo magistral sus aventuras y desventuras (algunas legales, otras muchas ilegales, basadas en el asalto y el sabotaje), que tienen lugar en los territorios que habitan algunos de los seres más fascinantes de este planeta: osos de todas las latitudes y colores, así como lobos, búfalos, jaguares, tigres siberianos, ballenas boreales, aves de las Galápagos... por no hablar de narcotraficantes un pelín desequilibrados, rancheros mafiosos o latifundistas despiadados.
Hay un centro para mayores llamado Hotel Abuel. Lo frecuentan seis abuels que se juntan para pasar el rato, repiten frases e historias todo el tiempo y no se acuerdan de lo que comieron el día anterior (un kebab, por ejemplo). A pesar de tener más de sesenta y cinco años, adoptan costumbres millennials y Gen Z: hacen streams, se montan películas en su cabeza, tienen su punto gamer, adoran el chisme y, sobre todo, a pesar de su irrefrenable melancolía, desean gustar a los demás.