En La ciudad de cristal, Daniel Quinn, escritor de literatura policíaca, recibe una llamada telefónica de un desconocido que lo toma por un detective y le encarga un caso. En Fantasmas, un detective privado y el hombre al que debe vigilar juegan al escondite en un claustrofóbico universo urbano. En La habitación cerrada el protagonista debe confrontar los recuerdos de un amigo de la infancia cuando recibe la noticia de su desaparición.
En 1946, en un Londres en el que todavía se perciben las heridas de la guerra, Maurice Bendrix se encuentra por casualidad con el diplomático Henry Miles, a quien no veía desde hacía tiempo. Henry está casado con Sarah, con quien Maurice había tenido unaffaire durante la guerra. Cuando Henry le confiesa que sospecha que Sarah le es infiel, será Maurice, empujado por la curiosidad y los celos, quien decida contratar a un detective privado para averiguar la verdad.
El final del affaire es la mejor novela de Greene y también una de las más autobiográficas. Su meticulosa indagación sobre las luces y sombras de una relación sentimental, sobre los mecanismos del deseo y de la fe, y sobre los estrechos vínculos entre el amor y el odio conserva hoy la misma fuerza que cuando fue publicada en 1951. Traducido de nuevo por Eduardo Jordá,El final del affaire es sin duda uno de los grandes libros del siglo xx.
A finales del siglo III a. C., Roma se encontraba al borde de la destrucción total, a punto de ser aniquilada por los ejércitos cartagineses al mando de uno de los mejores estrategas militares de todos los tiempos: Aníbal. Su alianza con Filipo V de Macedonia, que pretendía la aniquilación de Roma como Estado y el reparto del mundo conocido entre las potencias de Cartago y Macedonia, constituía una fuerza imparable que, de haber conseguido sus objetivos, habría determinado para siempre el devenir de Occidente. Pero el azar y la fortuna intervinieron para que las cosas fueran de otro modo. Pocos años antes del estallido del más cruento conflicto bélico que se hubiera vivido en Roma, nació un niño que estaba destinado a cambiar el curso de la historia: Publio Cornelio Escipión.