El príncipe cautivo: El esclavo es el comienzo de una trilogía de fantasía romántica y oscura, donde nada ni nadie es lo que parece. Quien menos esperas puede ayudarte o traicionarte.
Damen es un guerrero y un héroe para los suyos, así como el heredero legítimo del trono de Akielos. Pero cuando su hermanastro se hace con el poder, lo capturan, le arrebatan su identidad y lo envían a servir al príncipe de una nación enemiga como esclavo de placer.
Su nuevo amo, el príncipe Laurent, es guapo, manipulador, mortífero y encarna lo peor de la corte de Vere. Pero en la letal telaraña política de la corte vereciana, nada es lo que parece y, cuando Damen se ve en medio de una pelea por el trono, tiene que unirse a Laurent para sobrevivir y salvar su país.
Para Damen solo hay una norma: no revelar jamás su verdadera identidad, porque el hombre a quien necesita es aquel que tiene más razones que cualquiera para odiarlo.
Un bucólico cuento repleto de libros de hechizos robados, amistades inesperadas, azucaradas mermeladas y amores todavía más dulces.
A Kiela siempre le ha costado relacionarse con las personas. Por suerte, como bibliotecaria en la Gran Biblioteca de Alyssium, se ha pasado la última década recluida entre los libros de hechizos más preciados del imperio, preservando su magia para la élite de la ciudad.
Cuando estalla una revolución y la biblioteca se incendia, Kiela huye acompañada de su ayudante Caz, una planta mágica sintiente, y con todos los libros de hechizos que son capaces de cargar. Su destino es una isla remota que jamás pensó que volvería a ver: el hogar de su infancia. Tras refugiarse en la casa de sus recuerdos, descubre que su vecino es un chismoso (muy atractivo) que no capta las indirectas y que se empecina en visitarla día tras día para asegurarse de que tenga comida y ayudarla a arreglar su nuevo hogar.
Desesperada por generar ingresos, Kiela descubre algo que ni siquiera la panadería del pueblo puede ofrecer: mermelada. Con la ayuda de un antiguo recetario de sus padres y un poco de magia, el jardín de la casa no tarda en ser invadido por arbustos cargados de bayas maduras.
Pero la magia puede servir para algo más que endulzar la vida, así que Kiela decide correr el riesgo que le puede suponer el uso de hechizos y abre la primera tienda de hechizos clandestina.
WES CONSIGUIÓ A LA CHICA DE SUS SUEÑOS: SU VECINA, LIZ.
La maravillosa, perfecta y fuerte Liz. Pero justo cuando los dos estaban a punto de marcharse a UCLA para empezar su primer año de universidad, ocurrió una tragedia. Wes tuvo que enfrentarse a las consecuencias, lo que, sin querer, también significó tener que perder a Liz en el proceso.
Unos meses más tarde, Wes y Liz se reencuentran en la universidad. Ahora, mucho mejor que en el pasado, Wes sabe que le rompió el corazón cuando puso fin a su relación, pero está decidido a conseguir que se vuelva a enamorar de él.
Wes conoce a Liz mejor que nadie y tiene un plan infalible para ganarse su corazón de nuevo, uno digno de película. El único problema es que... ¡Liz no quiere saber NADA DE ESE TEMA! Por lo que Wes tendrá que actuar como el protagonista de una comedia romántica para verla. Y lo que es aún peor, Liz ha hecho un nuevo amigo con el que pasa todo el tiempo. Un AMIGO. Otro contratiempo más en los ingeniosos planes de Wes, sin embargo, no está dispuesto a rendirse.
¿Encontrará Wes la manera perfecta de conseguir que Liz lo perdone y podrá demostrarle que ÉL es su amor verdadero? ¿O su relación se habrá roto para siempre?
Con este libro, Gabriel García Márquez se descubrió a sí mismo como un narrador. Sin embargo, la intención primera era escribir un reportaje sobre un hombre, Luis Alejandro Velasco, que estuvo diez días a la deriva en una balsa mecida por el mar Caribe. El futuro Nobel de Literatura y entonces joven reportero que era García Márquez escuchó el relato de los hechos de boca de su protagonista y los transformó, tal vez sin pretenderlo, en un prodigioso ejercicio literario, una narración escueta y vigorosa donde late el pulso de un gran escritor. La publicación por entregas del reportaje en El Espectador de Bogotá supuso un alboroto político considerable -se revelaba la existencia de contrabando ilegal en un buque de la Armada colombiana, lo que costó la vida de siete marineros y el naufragio, más afortunado, de Velasco- y el exilio para su autor.
El pasado nunca muere, solo cambia de rostro.
Un thriller psicológico donde los secretos familiares y el miedo dictan el destino de sus personajes.
Como cada sábado, desde que decidió que su trabajo de fin de grado en Criminología versaría sobre la hibristofilia, esa rara patología que designa la atracción por criminales violentos, Olivia visita en la Prisión de Soto del Real a Pedro Díaz, autor de los asesinatos de tres jóvenes el día que cumplían la mayoría de edad. El mismo sábado que Pedro confiesa a Olivia que había perpetrado otros crímenes anteriores, Inés, la mujer de Pedro y madre de sus dos hijos, Alicia y Adrián, aparece asesinada en su casa. Los inspectores de Homicidios Virginia Lambert y Román Presedo serán los encargados de investigar un crimen que se complicará con el secuestro de Alicia, precisamente el día de su decimoctavo cumpleaños. Ambos sucesos tienen el inconfundible olor de la venganza.
El matrimonio de Lauren y Ryan está al borde de la ruptura. Ellos saben que se quieren, pero ya no son felices, ni siquiera se soportan. ¿Cómo han podido llegar a este punto? Tienen que hacer algo drástico si no quieren terminar peor. Así que se les ocurre un plan poco convencional: estar separados durante un año y no tener contacto entre ellos.
Este nuevo contexto deberá servirles para conocerse mejor y descubrir si se echan de menos, si quieren volver a estar juntos e incluso si siguen enamorados.
Lauren se embarcará en un viaje de autodescubrimiento. La influencia de amigos y familiares, así como su proceso curativo personal y los desafíos que supone su vida lejos de Ryan, empezarán a cambiar la percepción que tiene sobre el matrimonio y la monogamia, la pasión y la fidelidad, el amor y el sexo… ¿Realmente van siempre de la mano? Y si no es así, ¿qué es lo que realmente hace que una relación funcione?