La sonrisa de Audrey Hepburn de Sonia Betancort celebra una danza polarizada entre luz y oscuridad, amor y desamor, carencia y abundancia, dolor y alegría. De fondo, comparece en estas páginas la inspiración de una de las sonrisas y muestras de fortaleza más sobrecogedoras de la historia del cine, la de Audrey Hepburn.
Desde 1915 hasta poco antes de su muerte en 1941, Virginia Woolf llevó un diario en el que reflexionaba sobre su vida cotidiana, sus procesos creativos, la literatura, sus relaciones personales y la situación política de su época. Este documento es especialmente valioso por la visión que proporciona de su desarrollo como escritora, como se pone de manifiesto en la presente selección, publicada póstumamente en 1953 por su esposo, Leonard Woolf. Además de las múltiples percepciones de una mente brillante, en sus páginas destacan los pensamientos de la autora sobre las obras que estaba escribiendo y sus reacciones a la compleja cultura de su tiempo.
When I enter the Most Valuable Playboy charity auction, my goal is simple be the player who goes for the most dough. But when trouble shows up at the auction, I need a whole new play.
Enter Violet she's my best friend's sister and she's my close friend too. With a smile as sweet as cherry pie and a mind that runs quicker than the 40-yard-dash, Violet saves the day with the highest bid. I don't even give her a two-minute warning before I kiss her in front of the whole crowd and then announce that she's my girlfriend.
Estamos en los años sesenta y Ken Kesey, el autor de "Alguien voló sobre el nido del cuco", ha reunido a su alrededor a los «bromistas», una desmadrada corte de jóvenes radicales embarcados en novísimos proyectos de vida. Recorren los Estados Unidos de costa a costa en un autobús que conduce Neal Cassady (el mítico Moriarty de En el camino, de Kerouac, amado por Allen Ginsberg y por algunos de los mejores espíritus de su generación), y celebran la vida, el éxtasis orgiástico, las drogas que abren las puertas de la percepción. Y tienen a las fuerzas del orden y al F.B.I. en los talones... La utilización de monólogos interiores, diálogos y múltiples puntos de vista, recursos todos ellos provenientes de la literatura de ficción, combinados con técnicas propias del periodismo, como la investigación exhaustiva, las entrevistas minuciosas, el gusto por «la exclusiva» y un ojo agudísimo para el detalle revelador, dan como resultado este espléndido "Ponche de ácido lisérgico".
"El mundo no es una novela, pero el mundo nunca resulta tan comprensible como cuando se viste de novela. Si mi hija preguntara cómo era la España en la que nació, le diría que leyera una novela, por ejemplo Crematorio, de Chirbes." Ricardo Menéndez Salmón, El País
«Si hubiera vivido un poco más, apenas tres años, Joseph Roth habría asentido ante la escena de Casablanca en la que el mayor Strasser le pregunta a Rick por su nacionalidad. "Soy un borracho", responde este. Roth habría respondido igual si alguien le hubiera preguntado. Todos sus lectores lo sabemos porque lo dejó clarísimo en sus libros, en sus dibujos y en lo que los biógrafos han descubierto de su vida. También sabemos que no le preguntaron por su nacionalidad, porque Roth fue uno de los miles de apátridas que se morían del asco en la Francia a punto de rendirse ante Alemania. En un país lleno de refugiados con pasaporte Nansen (cuyo papel era tan malo que se deshacía al segundo trámite), la gente había perdido la costumbre de preguntarse por nacionalidades que ya no existían. "Así soy realmente: maligno, borracho, pero lúcido. Joseph Roth", escribió en la dedicatoria de un autorretrato que se hizo en París en noviembre de 1938, seis meses antes de su muerte».