Villa Melania es una absorbente saga familiar que evoca otra era de forma realmente bella. Algunas puertas están cerradas por alguna poderosa razón.
«Es posible que todos estemos algo resquebrajados por dentro, que nadie conserve intacta la luna del espejo en el que nos contemplábamos siendo niños.»
En Villa Melania hay una habitación llena de espejos rotos y de recuerdos trágicos. En la mansión señorial de los Lanuza Vega, con su prado de caléndulas y su anciana jacaranda, se pasean los fantasmas de varias vidas truncadas en la noche de la víspera de Reyes de 1966, cuyo eco resonará de manera ensordecedora ese mismo día en 2019. El retrato de Melania, la hermosa y dañada Melania, sigue presidiendo la casa tantos años después. Sus pasos se escuchan sobre tarimas y escaleras; buscan a esa persona capaz de oír a los objetos contar sus historias. Esas historias que ni las hermanas ni el buen cuñado de Melania quieren contar; esas historias que Camila, su sobrina nieta, descubrirá demasiado tarde; esas historias que solo Cloe, la hermana de Camila, sabrá atender y comprender.
Muerte, melancolía, enfermedad, pero también celos, envidia, dolor y miedo acechan desde esos espejos rotos en los que se refleja lo que fueron y lo que son quienes alguna vez vivieron en esa casa. Solo existe una manera de arreglar las lunas y las vidas quebradas: hablar, porque «al callar enterramos a nuestros muertos un poco más hondo».
Corso Bramard era el inspector de policía más prometedor de Italia, hasta que un asesino en serie al que seguía la pista secuestró y mató a su esposa y a su hija. Han pasado veinte años desde entonces, Corso vive en una vieja casa en las colinas cercanas a Turín, da clases en un instituto y pasa la mayor parte del tiempo escalando solo. Sin embargo, algo permanece intacto en él: la obsesión, cultivada con tranquila firmeza, por encontrar a su enemigo. Un asesino que sigue enviándole los versos de una canción de Leonard Cohen. Diecisiete cartas en veinte años, mecanografiadas con un Olivetti del 72. ¿Una invitación? ¿Un reto? Ahora, ese oponente que nunca ha cometido errores parece haberse topado con una distracción. Una pista fundamental. Suficiente para que Corso Bramard reanude la caza, iluminando una escena poblada de personajes ambiguos y poderosos, un laberinto de silencios que conducen a Corso hacia su destino.
En QualityLand —ese maravilloso lugar donde los algoritmos deciden qué quieres o qué pareja te conviene—, las aguas parecen haber vuelto a su cauce y Peter Sinempleo (recuerden, en QualityLand el apellido es el oficio de tu padre cuando te concibió) trabaja ahora como terapeuta de máquinas con graves problemas psicológicos. Martyn (presidente de la Fundación del Consejo de Administración del Comité Directivo de la Oficina Presidencial), después de su «pequeño incidente» con el presidente anterior (bueno, al fin y al cabo solo era un androide), trata desesperadamente de subir niveles para tener derecho al olvido. Pero Kiki, esa atractiva joven que vive en la clandestinidad y que se aprovecha de los delitos que cometen los demás, ha empezado a bucear en su propio pasado y se ha situado en el punto de mira de un asesino; ella será el hilo conductor de esta historia que nos revela muchos secretos de ese futuro que tanto se parece a nuestro mundo actual.
Ventisca, primera novela de Marie Vingtras, es un apasionante libro de intriga ambientado en Alaska. En 2022 ganó el Premio de las Librerías de Francia.
Una tormenta de nieve está causando estragos en un pequeño pueblo de Alaska. En medio de la ventisca, un niño desaparece. En unos pocos segundos, justo el tiempo para volver a atarse los cordones de los zapatos, Bess se da cuenta de que ha perdido de vista al pequeño. Sale a buscarlo, seguida de cerca por los pocos habitantes de este extremo del mundo. Comienza entonces una frenética carrera contra la muerte, en la que se irá revelando el pasado de cada uno. Con esta mirada hacia el corazón de la naturaleza, Marie Vingtras, con una escritura incisiva, se centra en la intimidad de sus personajes y, con delicadeza, nos muestra los tormentos de sus almas.
El director de documentales Kyle Freeman está pasando por una mala racha. Se enfrenta a la bancarrota y al olvido, hasta que acepta el encargo para hacer un documental nada corriente. En 1975, la secta del Templo de los Últimos Días se autoinmoló en una noche de violencia ritual. Desde entonces, se rumorea que los secretos místicos y las experiencias paranormales del grupo han permanecido ocultos tras su legado de asesinatos, perversiones sexuales y condenas de prisión.
Al iniciarse el rodaje empiezan a sucederse una serie de hechos inexplicables: Kyle recibe inquietantes visitas nocturnas y descubre objetos espantosos que parecen advertencias dirigidas a él, mientras que sus entrevistados comienzan a morir de forma repentina. Kyle descubre, demasiado tarde, que está metido de lleno en el horrible legado de la secta y que existe una buena razón para que los implicados en el caso hayan mantenido silencio durante décadas...
Sistema de recompensa es el retrato de una generación millennial que ha colocado en el centro de sus vidas las pantallas, internet y sus algoritmos. Con humor negro, atención al detalle y grandes dosis de inteligencia, la prosa de Calder nos arranca una mueca entre la burla y el espanto al captar el estado de ánimo de una generación de jóvenes hiperconectados y revelarnos cómo todo parece diluirse frente al poder del algoritmo. Rabiosamente actual, este electrizante debut literario se aleja de todos los clichés previsibles y define, al fin, qué supone ser joven hoy en día.