Esta es la edición definitiva de los treinta y cuatro discursos públicos y conferencias que pronunció Albert Camus entre 1936 y 1958, en su gran mayoría inéditos en castellano hasta hoy. Pese a que él afirmó no sentirse un conferenciante ni se creía legitimado para iluminar a una audiencia sobre ningún tema, estos textos son de vital importancia e interés para la historia del pensamiento europeo.
El derecho a no mentir recoge desde un discurso sobre la cultura mediterránea que dio cuando solo tenía veintitrés años hasta sus últimas y apasionadas charlas, entre ellas la de aceptación del Premio Nobel y su emocionante «Lo que le debo a España». En plena guerra y en los años posteriores, Camus tomó la palabra en medio de lo que él llamó la «Crisis del Hombre», movido por su compromiso humanista y preocupado por el destino común. Este libro es una maravillosa muestra de la claridad y la sutileza de Camus y de su defensa irrevocable de la libertad individual, la justicia social y la no violencia.
Un estuche único con las dos primeras novelas de Javier Castillo: El día que se perdió la cordura y El día que se perdió el amor.
El día que se perdió la cordura
«A veces el destino nos pone a prueba para que sepamos que existe.»
Centro de Boston, 24 de diciembre, un hombre camina desnudo con la cabeza decapitada de una joven. El doctor Jenkins, director del centro psiquiátrico de la ciudad, y Stella Hyden, agente de perfiles del FBI, se adentrarán en una investigación que pondrá en juego sus vidas, su concepción de la cordura y que los llevará hasta unos sucesos fortuitos ocurridos en el misterioso pueblo de Salt Lake diecisiete años atrás.
_________________
El día que se perdió el amor
«A veces el amor te pone en el camino equivocado para que sepas cuánto duele.»
A las doce de la mañana del 14 de diciembre, una joven llena de magulladuras se presenta desnuda en las instalaciones del FBI de Nueva York con varias notas amarillentas en la mano. El inspector Bowring, jefe de la Unidad de Criminología, intentará descubrir qué oculta la joven y su conexión con otro caso, el de una mujer que aparece decapitada horas más tarde y cuyo nombre coincide con el que estaba escrito en una de las notas. A medida que avance en la investigación se dará cuenta de que este caso abre antiguas heridas difíciles de cicatrizar.
Campos de Castilla es una obra clave de la poesía española del siglo XX: un sentido homenaje a España y a sus gentes que marcó un antes y un después en la carrera literaria de Antonio Machado. Tanto es así que en estos términos se expresaba en La Vanguardia en 1912 el intelectual Bernardo G. de Candamo: «Nos hallamos ante un caso de transformación artística (…). Es decir que Antonio Machado, el de antes, no es más que un homónimo de el de ahora». De hecho, el texto de Machado indagaba en nuevos terrenos poéticos, históricos y sociales y se convirtió en un éxito de crítica y público que se ha extendido hasta el día de hoy.
A través de una sensibilidad única y de una creatividad desbordante, David de las Heras ilustra este poemario para que cobre nueva vida frente a los ojos de los lectores actuales.
El caminante», obra de madurez de Soseki, narra la historia de un peculiar y sutil triángulo cuyos vértices conforman Jiro, su hermano Ichiro y la esposa de éste, Nao. Atrapados entre tradición y modernidad, los personajes deambulan por un Japón hambriento de cambio y de progreso que se enfrenta a una metamorfosis demasiado rápida. La angustia vital que atormenta al protagonista, Ichiro, es la de la soledad del hombre inmerso en una sociedad que avanza sin tregua, sin otorgar nunca un respiro. Su mujer, Nao, escoge el camino de la pasividad y del desafío silencioso y frío. Finalmente Jiro, cuyos gestos son imperceptibles susurros de amor velado hacia su cuñada, es testigo del desplome del frágil estado mental de su hermano.
Gabriel García Márquez siempre recordaba cómo su abuela le transmitió la pasión por las historias contándole cuentos cuando era pequeño y vivía con ella. Estos seis relatos, unidos por la presencia, a veces oculta, de un niño, contienen todo el imaginario del gran autor colombiano.
Una mujer y su hija llegan a un pueblo desierto para velar a un familiar difunto sin interrumpir la siesta de los habitantes. Un hombre con unas enormes alas de pájaro se precipita desde el cielo, sembrando el asombro entre el vecindario. Dos niños consiguen inundar de luz la ciudad de Madrid. Y en Barcelona, una prostituta que va entrando en la vejez adiestra a su perro para llorar ante la tumba que ha escogido para sí misma.
Estas conmovedoras historias están acompañadas por la obra de la pintora Carme Solé Vendrell, premio Nacional de Ilustración, que tiene el honor de ser la única persona que dio vida a los cuentos de García Márquez con el permiso del autor. Fieles a la magia de su prosa, las imágenes iluminan las delicadas reflexiones sobre la infancia que trazó el premio Nobel en estos relatos que tanto pequeños como mayores recordarán para siempre.
El coronel no tiene quien le escriba fue escrita por Gabriel García Márquez durante su estancia en París, donde había llegado, a mediados de los cincuenta, como corresponsal de prensa y con la secreta intención de estudiar cine. El cierre del periódico para el que trabajaba le sumió en la pobreza mientras redactaba en tres versiones distintas esta excepcional novela, que luego fue rechazada por varios editores antes de su publicación.
Tras el barroquismo faulkneriano de La hojarasca, esta segunda novela supone un paso hacia la ascesis, hacia la economía expresiva, y el estilo del escritor se hace más puro y transparente. Se trata también de una historia de injusticia y violencia: un viejo coronel retirado va al puerto todos los viernes a esperar la llegada de la carta oficial que responda a la justa reclamación de sus derechos por los servicios prestados a la patria. Pero la patria permanece muda...
El siglo XX llega a su fin y en la Georgia soviética los gritos de autodeterminación se oyen cada vez más alto. El destino de cuatro niñas radicalmente diferentes se ve unido por el patio que separa sus casas en un barrio de Tbilisi. Juntas, Dina, Nene, Ira y Keto, la narradora, navegan el final de la infancia y el comienzo de la vida adulta, experimentan su primer gran amor y se enfrentan a la violencia y la precariedad que estallan con la independencia del país y la llegada de una turbulenta democracia que acabará por abrir una brecha ineludible entre sus familias.
Seix Barral continúa con la publicación de la poesía completa de Pablo Neruda con este segundo volumen que abarca de uno de los periodos más importantes en la vida del poeta y que comprende Canto general, Los versos del Capitán y Las uvas y el viento, además de la poesía y prosa poética dispersas del período. Entre 1948 y 1952 Neruda fue traicionado y perseguido, vivió en la clandestinidad y en el exilio, lo que le llevó a adquirir una singular perspectiva de la historia americana, a la que ve como una ancestral y persistente lucha por la libertad. Estamos ante un Neruda que busca «lo mejor de los hombres» y que lo encuentra en el pueblo. Pero también ante un hombre que vivía su amor secreto con Matilde Urrutia, a quien identifica con la tierra y los paisajes de su infancia. En este periodo, por tanto, «lo político» aparece como una síntesis compleja entre el amor y la búsqueda de la fraternidad y la solidaridad humanas, que a su vez riman con la sencillez y la generosidad de la naturaleza.
Como en el tomo I, para la edición de este se ha recurrido a manuscritos y mecanoscritos originales del autor, primeras ediciones, publicaciones en periódicos y apartados, cotejando en algunos casos distintas versiones de un mismo poema. En definitiva, una edición cuidadosamente revisada de la obra de uno de los mayores exponentes de la poesía contemporánea.
La edición actual incluye fotografías de familiares que inspiraron los personajes de la novela, algunos de los cuales, fallecidos entretanto, recuperan su nombre real. En el epílogo («A la sombra de Clara Stauffer»), la autora explica estos y otros detalles, como la impresión que recibió una tarde de finales de marzo de 1997: «Tuve una corazonada. Levanté la vista y, tras coger aire, como un buceador que se propone llegar hasta el fondo, me lancé a recorrer aquella lista negra, sin detenerme antes a leer el artículo. Los ciento cuatro nombres anunciados aparecían por riguroso orden alfabético. No quise saltarme ni uno. Y sí. Allí, entre asesinos y torturadores, entre destacados miembros de la Gestapo y las SS, entre los responsables de uno de los períodos más siniestros en la Historia europea, estaba ella. La única mujer de toda la lista. Clara Stauffer Loewe, la hermana de mi abuela materna. Tuve que leer varias veces la descripción».