«TREINTA ATARDECERES HAN BASTADO PARA ENAMORARME PERDIDAMENTE DE TI»
Nikki ha crecido en una pequeña isla de Bali. Alex ha aterrizado en ese oasis huyendo de Londres. Ella es veterinaria y da clases de yoga. Él es piloto de aviones y vive rodeado de lujo.
Solo tienen treinta días para estar juntos, así que ninguno de los dos espera la vorágine de sentimientos y verdades a medias que harán que Alex y Nikki vivan un romance para el que ninguno de los dos está preparado.
¿De qué huye Alex? ¿Cuál es la verdadera razón de los miedos de Nikki? ¿Se puede vivir un amor con fecha de caducidad? ¿O hay historias de amor que no tienen billete de vuelta?
Una médico residente y un jefe de cirugía.
Un amor imposible en un hospital universitario que llevará tu corazón al limite.
Laura Collins siempre quiso seguir la estela de sus padres, que se enamoraron en el hospital universitario Whitestone de Phoenix, uno de los mejores centros médicos del país. Cuando tras mucho esfuerzo le otorgan la ansiada plaza como residente de primer año, siente que por fin lo ha conseguido. Sin embargo, una vez allí, Laura se dará cuenta de que el trabajo de sus sueños puede llevarla al límite: cada nuevo paciente la pondrá a prueba, deberá lidiar con el estrés, el desgaste emocional, accidentes, enfermedades e incluso la muerte. Por suerte, cuenta con el apoyo del resto de los residentes: Mitch, Sierra, Maisie y Jane, todos jóvenes, brillantes y ambiciosos como ella, también lucharán de forma incansable y sacrificando su vida personal junto al equipo médico de adjuntos, cirujanos y enfermeras para salvar vidas y lograr convertirse en médicos del Whitestone.
Laura deberá enfrentarse, además, a un obstáculo con el que no contaba: su jefe y responsable de cirugía, el competente y muy atractivo Nash Brooks, por quien no puede evitar sentirse atraída y del que claramente tiene prohibido enamorarse.
La manipuladora:
Puedo manipular las emociones de cualquiera que me lo permita.
Les hago sufrir, les hago llorar, les hago reír y suspirar.
Pero a él mis palabras no le afectan. Sobre todo cuando le suplico que se vaya.
Siempre está ahí, observándome y esperando.
Y yo no soy capaz de apartar la mirada.
Especialmente cuando lo único que deseo es que se acerque.
La sombra:
No pretendía enamorarme.
Pero, ahora que ha ocurrido, no puedo mantenerme lejos de ella.
Me fascinan su sonrisa, sus ojos, cómo se mueve…
Cómo se desnuda...
Continuaré observándola y esperando. Hasta que caiga en mis redes.
Y, cuando lo consiga, no la soltaré nunca.