«La vida era como un lienzo en blanco, un cliché, un culebrón. Me sentía letal, al borde de la histeria. Mis ansias nocturnas de sangre inundaban también mis días y tuve que dejar la ciudad. Mi máscara de cordura amenazaba con desaparecer. Para mí era la estación más dura y necesitaba vacaciones.»
El sofisticado, inteligente y vanidoso Patrick Bateman trabaja en Wall Street, idolatra al joven magnate Donald Trump, cena en los restaurantesde moda de Nueva York y es capaz de distinguir un traje Armani a cincuenta metros de distancia. También le gusta violar, torturar, asesinar y desmembrar.
American Psycho, la novela más polémica de Bret Easton Ellis, se ha convertido en el reflejo más descarnado de la sociedad hipermaterialista de finales de los 80 y en una de las obras maestras de finales del siglo XX. Bret Easton Ellis lanza una crítica corrosivahacia el egoísmo y la depravación del capitalismo exacerbado: un retrato desolador, irónico y rabiosamente vigente de un mundo al borde del colapso en el que todavía vivimos.
Reunidas por primera vez en un volumen independiente, aquí se presentan las catorce cartas que se han conservado de la correspondencia entre Gustave Flaubert y Charles Baudelaire, los dos «padres» de la modernidad literaria –el primero en lo que respecta a la novela y el segundo a la poesía–, fechadas entre los años 1857 y 1862. Si bien no se puede saber con exactitud cuándo y dónde se conocieron –probablemente en alguna de las tertulias, salones o reuniones culturales que se celebraban frecuentemente en el bullicioso París de aquellos años– estas cartas cruzadas son un pretexto que le brinda a Ignacio Echevarría la oportunidad de vehicular a través de ellas un ensayo, a modo de prólogo, sobre las semejanzas y los contrastes entre las vidas y las obras de ambos genios. Un acercamiento perspicaz al tema, siempre fértil e interesante, de las vidas paralelas.
«¿Fueron Baudelaire y Flaubert amigos? Sin duda se tuvieron mutuamente por tales, y lo fueron hasta donde lo permitieron sus trayectorias tan divergentes. Se trataron con aprecio y cortesía, se rindieron mutuamente sinceros elogios; hasta cierto punto, formaron parte del mismo bando, tanto en lo que respecta a la clase social a la que pertenecían como a sus posiciones estéticas e incluso políticas. La común calamidad de ser procesados por daños a la moral pública con pocos meses de diferencia, el mismo año 1857, contribuyó sin duda a estrechar sus vínculos solidarios. Pese a lo cual, no cabe hablar de una amistad íntima. No hubo lugar para eso. Se encontraron en contadas ocasiones. Apenas conversaron a solas algunas veces. La correspondencia que mantuvieron, y que aquí se reúne, es escasa y más bien formal, si bien contiene manifestaciones inequívocas de admiración y de simpatía.» IGNACIO ECHEVARRÍA, en el prólogo
Era la primavera de 1953 y todo invitaba a pensar que lo peor de la posguerra había pasado. En el aeropuerto de Barajas se agolpaba una multitud esperando a la estrella más admirada del momento: Ava Gardner. Llegaba a Madrid después del largo rodaje de Mogambo, a las órdenes de John Ford. Necesitaba encontrarse a sí misma.
Su amigo Howard Hughes le solía decir que fama y amor eran incompatibles y sus tres maridos, Mikey Rooney, Artie Shaw y ahora Frank Sinatra, lo confirmaban. Eran sus tres grandes fracasos. Solo deseaba olvidar.
Una noche se cruza en su camino Luis Miguel Dominguín, el torero del momento. Sus miradas se cruzaron y, en ese momento, supieron que acabarían juntos. Ambos eran famosos, guapos, jóvenes y, sobre todo, apasionados y libres.
Así fue también su historia.
Después de cinco años desde su última publicación, Kate Morton, autora del bestseller internacional El jardín olvidado, vuelve a las librerías con una novela perdurable, una arquitectura de intrigas constantes que deslumbra y conmueve.
Más de 16.000.000 de ejemplares vendidos
«Kate Morton despliega su elegancia y destreza narrativas como si fueran las velas de un barco. Una historia en la que sumergirse y, simplemente, disfrutar».
María Oruña
Publicada al principio de la Gran Guerra, cuando muchos jóvenes se encaminaban a un destino incierto en el frente, La línea de sombra cuenta la historia de un capitán que, poco después de asumir el mando de su primer barco, queda varado en un mar sin viento, con una tripulación atacada por la fiebre. La crisis lo obligará a cruzar la frontera difusa que separa la juventud de la edad adulta, pero también acabará revelándole las inspospechadas fortalezas de su carácter. Basada en la experiencia del autor, la novela se ha leído como un homenaje a los atributos personales y colectivos que demostraba toda una generación enfrentada al desastre.
«Pero tú no eres mi hermana, nunca lo fuiste. No hemos jugado, comido, dormido juntas. Nunca te toqué, nunca te besé. No sé de qué color tienes los ojos. Nunca te he visto. No tienes cuerpo ni voz, solo eres una imagen plana en unas cuantas fotos en blanco y negro. No conservo ningún recuerdo de ti. Llevabas dos años y medio muerta cuando nací yo. Tú eres la criatura del cielo, la niñita invisible de la que nunca se habla, la ausente de todas las conversaciones. El secreto.» «La otra hija» es una larga carta que Annie Ernaux le escribe a Ginette, la hermana muerta a la que nunca conoció, pero cuya sombra siempre la acompaña desde aquel lejano domingo de agosto de 1950 en el que descubrió accidentalmente su existencia.