Ya convertido en uno de los más destacados referentes del modernismo hispánico, el joven Juan Ramón compuso una ingente cantidad de textos en prosa que irá reservando en sus archivos. La aparición de Platero y yo en 1914 da buena cuenta de la calidad de estas prosas, escritas en su mayor parte durante su retiro en Moguer entre 1906 y 1912, pero no será este gran libro un logro único ni aislado. Nacen en paralelo dos extensos poemarios que titulará Baladas para despues y Odas libres, conjunto este último que más tarde sumará a Odas castas bajo el generico epígrafe Odas.
En este breve pero inmenso libro es el hijo, el sociólogo y profesor José Henrique Bortoluci, quien nos regala ahora las palabras de su padre, camionero de profesión durante cincuenta años, para relatarnos una vida llena de maravillosas anécdotas en la carretera. La distancia entre el hijo académico, el primero de la familia que pudo estudiar, y el padre jubilado, ahora consumido por el cáncer, parece insalvable, pero Bortoluci consigue acercarse a su mundo y resolver el enigma de un padre ausente que recorrió todo Brasil y participó en enormes proyectos de infraestructuras, como la Carretera Transamazónica: un plan que conllevó la brutal deforestación del Amazonas y que, como tantos otros planes encabezados por la junta militar, carcomió un país que en su día fue salvaje y que a día de hoy arrastra una profunda herida.
Siguiendo los pasos de autores como Annie Ernaux y Svetlana Aleksiévich#, en este conmovedor y brillante testimonio de amor filial Bortoluci revisa la historia reciente de Brasil para mostrarnos las cicatrices inscritas en la piel tanto de las personas como de los países.
Una novela que mezcla la ciencia ficción con el humor.
James Bolívar era el ladrón, granuja y pillo más grande de toda la Galaxia. Hasta que un día fue arrestado por la policía interestelar, la cual, finalmente lo obligó a ingresar en sus filas para llevar a cabo una singular empresa, a fin de limpiar la Galaxia de tipos como él.
Pero al final, y cuando dejó de ser policía, se dedicó a una cacería: la de la mujer a la que adoraba. Angelina había construido una nave espacial bélica y junto con James iban a conquistar el mundo... ¡La Galaxia en peso se estremeció ante aquella idea!