El inmortal Oscar Wilde despliega todo su genio en dos obras que son un testamento literario de incalculable valor. Estas piezas, escritas en el ocaso de su existencia, nos ofrecen una introspección profunda y desgarradora del alma humana, explorando las sombras de la soledad, el arrepentimiento y la redención.
De Profundis es una extensa carta escrita desde la prisión de Reading, donde Wilde, con una prosa tan bella como punzante, reflexiona sobre su caída en desgracia, su amor no correspondido y la búsqueda de sentido en medio de la adversidad. Este testimonio íntimo y doloroso revela al hombre detrás del artista, a la vez que despliega una crítica mordaz de la sociedad victoriana. Por otro lado, La Balada de la cárcel de Reading es un poema épico que dibuja con crudeza y compasión la brutalidad del sistema penitenciario y la deshumanización de los reclusos. Los versos, impactantes y sumamente emotivos, nos empujan a sentir la desesperanza y el anhelo de libertad, recordándonos que la belleza puede emerger incluso de los rincones más sombríos.
Franz Kafka, uno de los mejores escritores de todos los tiempos, te empuja a un laberinto que distorsiona la realidad con la precisión de un relojero y la ironía de un visionario. Karl Rossmann, joven y desprevenido, es enviado a las vastas y desconcertantes tierras de América después de un escándalo familiar que cambia su destino de manera irrevocable. Desde el momento en que desembarca, Karl se ve arrastrado por una corriente de eventos tan extraños como fascinantes. Encuentra empleo en un descomunal hotel donde las leyes de la física y la lógica parecen estar en perpetua huelga. Se topa con personajes que desafían toda categorización y manifestaciones de la burocracia, la alienación y la deshumanización que solo una mente como la de Kafka podría imaginar. Aquí no encontrarás únicamente un relato de un inmigrante en busca de la promesa americana, sino también una exploración minuciosa de la desorientación, la pérdida de identidad y una surrealista búsqueda de un hogar en un mundo que no ofrece respuestas, solo más preguntas.
"Somos esa generación que en su infancia dejaba el mejor sitio de la mesa para el padre y que ahora se lo deja al hijo. Eso somos", dice Javier, el padre.
"La adolescencia puede ser un infierno. Basta con el cielo de los otros. Es suficiente con que te los imagines más felices y más guapos que tú y sin el nudo que sientes dentro", dice Inés, la hija.
Javier y Celia son un matrimonio de clase media con un hijo pequeño y una hija preadolescente. Él trabaja en una editorial y ella en un hospital; él arregla vidas de mentira y ella arregla vidas de verdad. Tratan de prosperar, se mudan a un barrio mejor, la cotidianidad. Podría ser la historia de muchos. Hasta que tiene lugar una excursión a Pirineos que lo cambia absolutamente todo.
La alegría de vivir se fija en la infancia; toda la vida posterior procede de ese primer pálpito de la mirada sobre lo que sucede. Este libro narra dos infancias: la del nieto y la del autor, el abuelo. Las dos se unen en una indagación sencilla sobre la sorpresa con que un niño inaugura su relación con los otros y con la realidad: los números, el ascensor, el día, el mar, el adiós. Como si lo llevara de la mano a través de la galería de sus recuerdos, el abuelo habla del primer amor, de un cuchillo y del mundo entero.
Novela ganadora del IX Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska.
En lo profundo de la selva y de la noche se encienden varios reflectores y un grupo de inmigrantes es sorprendido y atacado por otro grupo de hombres y mujeres, presas de la patria en la que viven y de sus propias historias. Así arranca esta road novel que atraviesa una narración donde los seres humanos son reducidos a mercancía, donde la violencia es el marco en el que suceden todas las historias y donde el espacio está corrompido por la miseria y la moral de los seres que lo habitan, pero también donde surge una historia enigmática de amor inesperado: la de Estela y Epitafio, jefes de la banda de secuestradores.
A través de los protagonistas y de la masa de inmigrantes, cuya individualidad se desmorona poco a poco, Emiliano Monge retrata este holocausto del siglo XXI, desnuda el horror y la soledad, pero también la lealtad y la esperanza que combaten en el corazón del ser humano.
Un retrato del holocausto del siglo XXI.
Bella y oscura narra la infancia vivida y soñada de una niña que viaja desde la soledad del orfanato hasta el marginal Barrio, donde la acoge una singular familia: doña Bárbara, su abuela, mujer de poderosa presencia; Amanda, su tía, sometida a Segundo, un marido pendenciero; Chico, su primo, taciturno observador de la actividad del Barrio; Airelai «la katami», la diosa-niña, la enana que conserva intacta la imaginación y la magia; y, finalmente, Máximo, el esperado padre, admirado por todos.
Esta novela no puede leerse sin sentirse conmovido y atrapado por el relato alegórico de lo que poseemos sin haberlo conquistado: la sabiduría de la infancia. Es la evocación de un tiempo pasado, solitario, germen necesario de la libertad; es la belleza que la fantasía extrae de la crueldad y de los inocentes olvidos de la niñez.
La superficie más honda es un bestiario del hombre como lobo de sí mismo: de la árida intimidad del terror familiar hasta la voracidad de un linchamiento, físico o mediático, la ira y la erosión son aquí las soberanas. Como si los personajes fueran peones de una voluntad vaporosa pero total, el destino personal y el devenir social actúan en estos relatos como una fuerza anónima que lo ordena todo. Es decir: que lo disuelve todo.
Con un estilo implacable, Emiliano Monge construye precisas atmósferas de opresión. Desde las primeras palabras de cada cuento, se insinúa una vaguedad acechante, un vacío que se expande feroz hasta llevar a los microuniversos a su disolución final.
«Esta es la historia de un hombre que sin saberlo fue su siglo y la de un lugar que se condensa aquí en un nombre propio: Germán Alcántara Carnero, una historia de violencia incontenible y natural que exige ser contada como una biografía discontinua y que no debía empezar aquí.»
Así comienza El cielo árido, la historia de Germán Alcántara Carnero: de su tiempo, de los hombres y mujeres que vivieron a su lado y de la meseta inexistente en la que Monge destila las esencias de una Latinoamérica salvaje. Un lugar árido, dónde las únicas constantes parecieran ser la soledad, el sol inagotable, la violencia, la lealtad, y la lucha cotidiana por hacerse de una escala de valores que dote de sentido a la existencia.
Nicaragua, 1979. Ante la inminente caída de la dictadura, Alirio Martinica trata de huir por mar. Es aprehendido por jóvenes combatientes del Frente Sandinista y llevado a juicio popular, acusado de participar, directa o indirectamente, en acciones criminales del régimen de Somoza, de quien llegó a ser secretario privado, «hombre todopoderoso en las sombras», hasta que hacia 1976 lo echaron del círculo íntimo en medio de confusas circunstancias.
Ante sus jueces, todo un pueblo reunido en asamblea al aire libre, que con sus aplausos o su silencio dictaminará libertad o paredón, Alirio expondrá las razones por las que debe perdonársele. Quizá cuente que cuando era joven anhelaba para su país una revolución sin sangre, y que ya siendo funcionario de Somoza escondió en casa a su amigo el comandante sandinista Ignacio Corral, pese a los terribles riesgos.
Los errores, abusos e injusticias se entierran en el olvido cuando hay hechos tan cruciales y vertiginosos como los que ocurren en una revolución, y muchos actos heroicos corren la misma suerte, aunque hayan servido de palanca al salto de la Historia. En esta novela, Sergio Ramírez coloca al lector ante ese salto y le da elementos para juzgarlo por sí mismo.