A lo largo de una trama que discurre con la precisión de un mecanismo de relojería, Jane Austen perfila una galería de personajes que conforman un perfecto y sutil retrato de la época: las peripecias de una dama empeñada en casar a sus hijas con el mejor partido de la región, los vaivenes sentimentales de éstas, el oportunismo de un clérigo adulador... El trazado de los caracteres y el análisis de las relaciones humanas sometidas a un rígido código de costumbres, elementos esenciales de la narrativa de la autora, alcanzan en Orgullo y prejuicio cotas de maestría insuperable.
«Ninguna de las dos tiene nada que decir; tú, porque no te comunicas, y yo, porque no escondo nada», le dice Marianne Dashwood a su hermana mayor Elinor en uno de los pasajes más célebres de Juicio y sentimiento (1811), la primera novela que consiguió publicar Jane Austen. Lo no dicho, el secreto deliberado o impuesto, la verdad oculta y la mentira, el pacto de silencio dictado por la lealtado la piedad, son en efecto los temas principales de esta novela que traza un cuadro tan hilarante como patético de las desventuras de dos hermanas casaderas, hijas de gentry pero apartadas -en su condición de muejeres- de la fortuna familiar.