Barcelona, 2012. Bruno, Raquel y Cristian parecen haber dado con el negocio que les sacará de la miseria, de dormir en parques y cajeros automáticos. Bruno controla el negocio. Su novia, Raquel, extoxicómana, lleva la contabilidad, y Cristian hace el trabajo de campo. Es un negocio tan limpio y sencillo que es increíble que no se le haya ocurrido a nadie antes. Se apostan alrededor de las casas de citas donde las parejas acuden de día y de noche. Al salir, las siguen, apuntan las matrículas de los coches, consiguen saber quién es el titular del vehículo y después llaman y ponen precio a su silencio. Los chantajes empiezan dando buenos resultados, pero llegará el momento en que se equivoquen de víctima.
«Tenemos que hablar», le dice Lola a su marido durante el desayuno. Él le responde que lo harán por la noche, cuando acabe su jornada en el taxi. Sandino es un hombre melancólico, que duda en regresar a casa porque teme que Lola, harta de sus infidelidades, lo deje. No está muy seguro de si desea que eso suceda, como tampoco sabe si le gusta ser taxista, si es capaz de querer a alguien o si todo consiste en seguir rodando y chocando, como una bola en una mesa de billar llamada Barcelona.
Durante siete días y sus seis noches, Sandino recorre las calles y los barrios como un muñeco roto que huye de sí mismo, un depredador que deambula sin rumbo fijo, de sitio a sitio, a criterio siempre del cliente, del tedio o de la ocasión de cauterizar la herida de la forma más carnal.
Tras el formidable éxito de Taxi, considerada por la crítica como una de las mejores novelas españolas del año 2017, Carlos Zanón sigue ensanchando los horizontes de su universo imaginativo y nos sorprende de nuevo con una historia descarnada sobre tres personajes atrapados entre los hilos afectivos que les impiden llegar a ser ellos mismos.
Sin revelar su identidad, tres músicos talentosos y de cierto éxito -una pareja y su mejor amigo- se embarcan en una gira estival por campings y locales de la costa mediterránea versionando canciones sólo de 1985. A bordo de una impecable Camper California, conducida por un chófer al que apodan vanidosamente Polidori, la banda -compuesta por Jim, Eileen y Cowboy- se lanza a tocar y correr, gozar y sufrir, entre composiciones pop, huesos fracturados y emociones difíciles de manejar. Y a medida que se acercan al final de su recorrido, frente a las costas de Cádiz, los protagonistas se enfrentan a la disyuntiva de quemarse o seguir, pero ya convertidos en otros, sin vuelta atrás.