Titulada según una fórmula jurídica francesa, por la que una pena superior «absorbe y se funde con penas iguales e inferiores», esta novela narra, de forma dura y singular, la infancia y adolescencia del autor. Tras una crianza desgraciada, Julien Blanc se verá inmerso en una maquinaria infernal de instituciones de acogida y de castigo que lo dejarán irremediablemente marcado, tras sufrir humillaciones, abusos e injusticias. Sin embargo, aunque no duda en identificar a aquellos que no le ayudaron en el camino, el protagonista también admite sus errores, no cae en el victimismo y buscará siempre espacios fraternales de pureza y superación que le ayuden a seguir.
Floresta de Prosa y Verso fue publicada como serie cerrada coleccionable entre enero y junio de 1936 por un grupo de jóvenes estudiantes de la entonces innovadora Facultad de Filosofía y Letras de Madrid. Reunió en sus páginas la creación primeriza de un numeroso grupo de jóvenes escritores junto a la colaboración de maestros y autores consagrados que presidió cada uno de los números: Juan Ramón Jiménez en dos ocasiones, Azorín, Lorca, Aleixandre. El resultado fue un conjunto misceláneo y muy representativo de la diversidad y complejidad del panorama literario del momento. Revista de espíritu abierto e integrador, colaboraron en ella jóvenes republicanos, liberales y progresistas, junto a conservadores, monárquicos y falangistas de primera hora. Entre los que sobrevivieron y mantuvieron tras la guerra su actividad literaria, se hallan figuras destacadas del exilio, como Francisco Giner de los Ríos o Joaquín Díez-Canedo –que dirigieron en México a partir de 1945 la colección de poesía Nueva Floresta,
El quebrantahuesos omite la carne lo suyo es el hueso el puro hueso, es el estercolero de su especie, lo sabe y eso no lo inquieta. Está en la cima a su manera como a la muerte poco le vale la bullente variedad de las formas sabe que en todo animal se oculta la médula el hueso y acecha.