Nino, hijo de guardia civil, tiene nueve años, vive en la casa cuartel de un pueblo de la Sierra Sur de Jaén, y nunca podrá olvidar el verano de 1947. Pepe el Portugués, el forastero misterioso, fascinante, que acaba de instalarse en un molino apartado, se convierte en su amigo y su modelo, el hombre en el que le gustaría convertirse alguna vez. Mientras pasan juntos las tardes a la orilla del río, Nino se jurará a sí mismo que nunca será guardia civil como su padre, y comenzará a recibir clases de mecanografía en el cortijo de las Rubias, donde una familia de mujeres solas, viudas y huérfanas, resiste en la frontera entre el monte y el llano. Mientras descubre un mundo nuevo gracias a las novelas de aventuras que le convertirán en otra persona, Nino comprende una verdad que nadie había querido contarle. En la Sierra Sur se está librando una guerra, pero los enemigos de su padre no son los suyos. Tras ese verano, empezará a mirar con otros ojos a los guerrilleros liderados por Cencerro, y a entender por qué su padre quiere que aprenda mecanografía.
Ambientada en Shangai en 1928, en el curso de la lucha que opuso a los comunistas Chiang-Kai-shek, La condición humana es una obra coral llena de recovecos y de profundidades, que aborda la historia de un grupo de personajes, la mayoría de ellos comunistas, cuyos diversos destinos los han llevado a coincidir en estas circunstancias de violencia y de terror que devienen el escenario perfecto de las más turbias pasiones humanas. Así, La condición humana consigue una simbiosis perfecta entre una narración que es, a la vez, una novela de aventuras y de amores, de reflexión política sobre la contraposición del capitalismo y el comunismo, y el análisis de unos largos y transcendentales acontecimientos históricos (de los que en la novela sólo se narra un episodio) y de reflexiones filosóficas sobre "la condición humana", esa mezcla de soledad frente al destino, dignidad ante la adversidad, solidaridad con los desfavorecidos y ansia de transcendencia.
«Mi tutor piensa tanto en sí mismo que, si yo no hago igual, me olvidarán»: este plan de vida es el del joven Martin Chuzzlewit, criado por su rico abuelo en el interés y ladesconfianza, especialmente de los múltiples miembros de su propia familia, que conspiran todos para heredar. Cuando el joven se enamora de Mary Graham, la señorita de compañía de su abuelo, y desata la ira de este, busca refugio en casa de otro pariente suyo, el señor Pecksniff, arquitecto que jamás ha construido nada e imagen viva de la mezquindad y la hipocresía.«Y lo que es cierto de las familias lo es también de la sociedad.» Según cuenta André Maurois, Dickens tenía pensado empezar la novela así: «Escena: vuestra casa. Personajes: vosotros mismos». Y añade: «Se abstuvo e hizo bien. Todo era demasiado real para que lo aceptáramos».