Ariel Dorfman (Buenos Aires, 1942) es un escritor chileno cuyos libros han sido traducidos a más de cincuenta idiomas y sus obras teatrales, entre ellas La muerte y la doncella (1991) y Purgatorio (2011), representadas en más de cien países. Divide su tiempo entre Santiago de Chile y Durham, Carolina del Norte, donde es profesor emérito de Literatura en la Universidad de Duke. Entre sus novelas destacan Konfidenz (1994) y Allegro (2015). Margaret Atwood ha calificado sus poemas como «profundamente conmovedores; austeros y a la vez extrañamente radiantes», W. S. Merwin como «mapas de la imaginación, de la imaginación compasiva, una rara fuente de esperanza» y John Berger ha dicho sobre su obra: «Tenía que suceder algún día: un escritor, una víctima, un revolucionario, que puede ver a Dios en el vértigo de la experiencia. Tenía que suceder algún día, pero no necesariamente acompañado de la accesibilidad y grandeza de Dorfman. ¡Gracias a Dios!». En este nuevo libro, el autor explora las fronteras que unen y separan a los vivos y los muertos, haciendo hablar a Picasso, Dante, Blake, Colón y Hammurabi, además de dar voz a hombres y mujeres que tratan de resucitar con sus ardientes palabras a los amantes desaparecidos en el torbellino del más allá.
Irene G. cierra algunas de sus heridas con este nuevo poemario, sin dejar de ser mujer rota que nada en su propia sangre templada, enfrentándose al duelo del abandono, de la pérdida, del descenso a las profundidades de la soledad, con la sed de una mujer que anhela matar el miedo, y una nueva vida hecha de pedacitos de vida. Con la experiencia de una poeta con oficio, la autora logra a través de su escritura sumergirse más y más hacia los fondos marinos, y conducir a quien lee entre las algas, dejándole la angustia propia de la falta de respiración, del silencio de las aguas. Sin embargo, deja un atisbo de luz hacia la superficie, porque la felicidad es una niña sin nombre, y la inquietud de las mariposas puede llegar a buscar refugio en las costillas de quien ha luchado con los puños y los dientes apretados. Las heridas de Irene G. escuecen por su crudeza, pero están hechas del mismo material que las de nuestras ausencias y nuestros fracasos. Por eso, nos invita a intuir el precipicio, a volar de memoria, a mirar a las flores para entender el amor y a esperar en la orilla para renacer con la siguiente ola. No habrá forma de resistirse a adentrarse en su mar.
Esta novela corta de la escritora inglesa Vernon Lee está entre lo mejor de sus páginas de ficción, incluidas las dedicadas a la fantasía y lo sobrenatural por las que llegó a ser una autora muy reconocida. La trama, en la que todo rezuma ese mundo estético y artístico en el que vivió la propia Lee, describe con maestría y de forma ambiental el periplo de una joven, la señorita Flodden, a ojos de un extraño personaje, un atildado especialista en cerámicas –cuya voz es muy identificable con la de la propia autora–. Este, deslumbrado por ella, la anima a llevar una vida dedicada a su pasión por lo que ama, sin ataduras ni convenciones. Desde ese planteamiento Lee escribió un pionero y soberbio relato sobre el aprendizaje, el privilegio del arte, el amor, el desclasamiento y contra la frivolidad, los corsés sociales y cualquier tipo de claudicación femenina.
El tío Celan era serísimo como los candelabros; sostenía la mirada y saltaba los siglos; sabía que hay edificios umbrosos, terribles, sin estilo resuelto de antemano; estilo alpino, estilo garaje, estilo japonés, sin estilo; por eso no dormía o dormía caminando cuando usaba palabras en el sueño de cuarzo, de ámbar, sin moscas, de granito fragmento de “Capítulo tío Celan”, de Luis Moreno Villamediana Luis Moreno Villamediana (Venezuela, 1966).
¿Puede detenerse lo irreversible? ¿Alguien puede convertirse en un teorema sin solución? ¿Es posible huir de un destino que no nos pertenece? ¿Son las redes sociales quienes nos impulsan a la batalla? ¿Un personaje de ficción puede redactar una declaración de principios? ¿Cabe toda la música en un solo cuerpo? Caminamos asediados por interrogantes, sufrimos la desigualdad que nos imponen las esferas de poder, respiramos la ira de sociedades cada vez más polarizadas. Vivimos colericos, iracundos, enrabiados. Como si se tratara de un manual sobre la rabia, Jorge Volpi disecciona, incide y profundiza magistralmente en los espacios que generan nuestras confrontaciones y en las hendiduras en las que nos precipitamos o escapamos cada uno de nosotros.
Tan sugestiva, turbulenta y compleja como su obra literaria, la vida de James Joyce ha sido durante décadas objeto de estudio por las conexiones que tiene con títulos como Dublineses o Ulises, pero también el centro de una poderosa fascinación por un personaje genial. Y su correspondencia es, sin lugar a dudas, la mayor fuente de detalles, secretos y sorpresas, y una de las mejores formas de construir su biografía a partir de una escritura que nació para no ser compartida. Esta edición en dos volúmenes preparada y traducida por Diego Garrido es la más completa hasta la fecha en cualquier idioma. Este primer volumen reconstruye un viaje deslumbrante entre 1900 y 1920 por distintos lugares (Dublín, París, Pola, Zúrich, Trieste...), por las personas con las que se relacionaba (sus padres y hermanos, escritores como Yeats, Ibsen, Svevo o Pound, su esposa Nora, sus editores y sus mecenas, sus estudiosos y críticos...) y por su propia obra, reconstruyendo la cronología de la escritura y publicación de sus cuentos, poemas y novelas.
La llama vehemente es considerada su novela más exitosa, tras el ruido que provocó El caso del señor Crump. Esta novela agitó la llama de Artaud quién no dudó en lanzarse a su traducción en colaboración con Bernard Steele, con el ánimo de darlo a conocer a los lectores francófonos. La novela escandalizó a los críticos de la época: un texto cuya modernidad en cualquier caso, transcurrido casi un siglo, deja sin aliento. Lewisohn traza en ella, con una minuciosidad que no escatima en nada, el destino de unas parejas neoyorquinas entre la Belle Epoque y los locos años veinte. Personajes conformistas, excepto uno de ellos que se pasa el tiempo mintiendo a los demás claro, pero primero y sobre todo a sí mismo. El lector no se sorprende cuando uno de estos seres traicionados, cansado de todas estas pretensiones, saca una pistola del bolsillo y mata. No para castigar la infidelidad del amor, sino para permitir que el deseo se muestre finalmente sin máscara.
En su impresionante debut, Jocelyn Nicole Johnson imagina una distopía posible en los Estados Unidos de hoy, sacudidos por el racismo y la violencia.La protagonista de esta novela es Da?Naisha Love, una joven mujer afroamericana descendiente de uno de los seis hijos que tuvieron el presidente de Estados Unidos Thomas Jefferson y la esclava Sally Hemings a finales del siglo XVIII. Ambientada en un futuro cercano, la narración arranca con un momento de máxima tensión: un grupo de vecinos de Charlottesville, en Virginia, es atacado por una turba de supremacistas blancos y huye en un autobús abandonado hacia las colinas de la ciudad. Encuentran refugio en Monticello, la mansión neoclásica que se hizo construir Thomas Jefferson al lado de su atestada plantación de esclavos: un vestigio de la herida racial que se remonta a los mismos orígenes del país y que aún permanece abierta.
Desde hace varias décadas la presencia de la poesía inglesa en la vida cultural española ha superado el desconocimiento que secularmente, con notables excepciones, flotaba en nuestro ámbito literario y nuestros escritores, entre los que, pasada ya la fecunda influencia renacentista italiana, venía imponiendo sus leyes la canónica tradición literaria francesa. Pero de un tiempo a esta parte, desde hace algo ya más de medio siglo, tanto en los medios editoriales como en los hábitos lectores, no sólo la narrativa, el teatro y el ensayo anglosajones, sino también la poesía, han venido gozando de una gran proyección sobre la vida intelectual española. Hasta tal punto que nombres como, no solo los más divulgados de Poe y Whitman, sino más minoritarios y elitistas como los de Blake, Keats o Emily Dickinson, e incluso los de Pound, T. S.Eliot, o Auden, han dejado una viva impronta en nuestra más reciente poesía, floreciendo también una notable serie de traducciones de poetas ingleses y angloamericanos.