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SE MIA

Conocimos a Frank Bascombe en el ya lejano 1986 con El periodista deportivo y sus andanzas nos han ido mostrando las transformaciones de Estados Unidos en las últimas décadas. Reaparece ahora con 74 años y arranca su relato con esta frase: «Últimamente, me ha dado por pensar en la felicidad más que antes.» A continuación, hace un repaso sucinto de su vida: perdió a un hijo, a sus padres y a algún otro ser querido; ha pasado por dos divorcios; ha sobrevivido a un cáncer; recibió un disparo en el pecho y ha superado huracanes y una depresión. Ahora, al final de su vida, se ve convertido en cuidador de su hijo Paul, que padece ELA y está recibiendo tratamiento en la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota. Cuando le dan el alta, padre e hijo deciden emprender un viaje hasta el emblemático monte Rushmore, evocando otro que Frank hizo de niño, con sus progenitores. Norteamérica −con Trump en el horizonte− desfila por la ventanilla del coche y se suceden los encuentros con personajes variopintos, mientras padre e hijo aprenden a conocerse. Frank pasa revista a su vida llena de altibajos y cambios, y trata de encontrar en ella algo de sentido y esperanza, atisbos de felicidad. Richard Ford retorna −con toda probabilidad por última vez− a su personaje más emblemático para construir otra monumental «gran novela americana».
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COMANDANTE

El 28 de septiembre de 1940 el submarino Cappellini de la armada fascista italiana partió del puerto de La Spezia con rumbo al Atlántico, vía Gibraltar. Al mando estaba el veterano comandante Salvatore Todaro, un hombre que llevaba el pecho cubierto con una coraza de acero debido a viejas heridas de combate. Durante su misión, avistaron un buque belga, el Kabalo. Se produjo un combate naval y el submarino hundió al barco enemigo. Pasado un rato, vieron aparecer a varios tripulantes sobrevivientes. Pese a que el almirante alemán Dönitz ordenó explícitamente que no se los rescatase, Todaro decidió contravenir a sus superiores y primar, por encima del reglamento militar, la ley del mar, que dice que hay que rescatar a los náufragos. Su gesto lo convierte en un héroe que conecta el pasado con nuestro presente de pateras rescatadas en alta mar por barcos que, con demasiada frecuencia, las autoridades no quieren dejar desembarcar en sus puertos.
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PERDER EL JUICIO

Pensamos que no seríamos capaces de cometer un crimen, hasta que lo hacemos. Los seres humanos piensan que saben de qué son capaces. Creen que no podrían escapar de los policías, que nunca le harían mal a un niño. Yo no podría matar a mis padres; hagan lo que hagan, me dieron la vida. O yo no llegaría jamás hasta la violación. No sería capaz de acelerar al volante en un puente con mis hijos en el auto y caer al vacío. Pero todo eso lo decimos antes; no somos capaces, es cierto, nos resulta impensable el crimen, hasta que pasamos al acto. Perder el juicio cuenta la historia de un robo, de una apropiación, de un incendio provocado. Esta obra es el viaje de un secuestro donde la vida es vista como el armado de una evasión. Como dice Harwicz, se escribe una novela cuando se está en desacuerdo con el sentido de las palabras, cuando dejar de mentir es imposible.
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LAS HUELLAS DEL SOL

Walter Tevis, autor de Sinsonte y El buscavidas, demuestra su capacidad de combinar distopía y humor en unas novelas que retratan lo peor de nuestro mundo. Año 2063. Los recursos de la Tierra se están agotando. Todas las expediciones espaciales en busca de nuevos combustibles han fracasado, China es una potencia global, Estados Unidos agoniza en manos de la mafia, y la gente se muere de frío en el centro de Manhattan. El magnate estadounidense Ben Belson es uno de los hombres más ricos del universo, un tipo inmaduro y presuntuoso que necesita demostrarle al mundo que su padre se equivocó al subestimarlo. En un momento de crisis, decide hacer acopio del poco uranio que queda en la Tierra, compra una nave y pone rumbo a un planeta que inmediatamente bautiza con su propio nombre y en el que crece un tipo de hierba inteligente cuyo canto enerva los sentidos. Las misiones siderales están prohibidas desde hace tiempo, pero él se ha acostumbrado a salirse con la suya y, con la excusa de encontrar una respuesta a la crisis energética, se lanza al vacío del espacio para superar su vacío existencial. Así, lo que empieza siendo una excentricidad más acaba convirtiéndose en la expedición del siglo. De repente, el futuro de la humanidad está en sus manos, aunque, en realidad, él solo quisiera despejarse un poco.
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SE TU MISMO

A mediados de los años noventa, Hua Hsu tenía dieciocho años, diseñaba fanzines, se pasaba el día en tiendas de discos y vestía de segunda mano. Ken estaba obsesionado con Dave Matthews, Pearl Jam y la ropa de Abercrombie & Fitch. Uno era hijo de inmigrantes taiwaneses. La familia de ascendencia japonesa del otro llevaba ya generaciones asentada en los Estados Unidos. Lo único que tenían en común era que, independientemente de cómo se relacionaran con ella, la cultura americana no parecía tener hueco para ninguno de los dos. Pero, en contra de sus prejuicios, crean una amistad construida a base de largas conversaciones entre cigarrillos, viajes en coche al 7-Eleven, momentos triviales atrapados en fotos analógicas y una búsqueda constante de la propia identidad. Y entonces, apenas tres años después de conocerse, Ken muere asesinado. Sé tú mismo no es solo unas memorias de juventud, es un testimonio vital y estético de la angustia adolescente, la experiencia del inmigrante y la necesidad humana de pertenencia. Decidido a reflexionar sobre las escisiones y los parches que se crean en nuestro recuerdo, Hua Hsu escribe en búsqueda de todo aquello que tratamos de reconciliar mediante la literatura.
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OBLIGACION IMPUESTA Y WONDRAK

En estos dos brillantes relatos pacifistas, Stefan Zweig denuncia la deshumanizadora Gran Guerra que pulverizó la libertad y la dignidad de los europeos enfrentados entre sí. Ferdinand, el protagonista del primero, es un joven exiliado en Suiza que, pese a su sentido del deber, no desea comparecer ante el médico militar que lo enviará a la guerra, obligándolo a contribuir a la gran tragedia europea. En «Wondrak», Ruzena lucha en vano por evitar que la monstruosa contienda le arrebate a su único hijo. Como señala Patricio Pron en el iluminador prólogo, para cuando el lector lea estos relatos millones de personas «estarán habitando el mundo en guerra que describió Zweig y, como sus personajes, tendrán que tomar la decisión de si desean pelear por su país o por un propósito más noble y duradero. ¿Puede la literatura ayudarlos a comprender esa decisión? Es posible que sí, y que estos relatos sean una prueba de esa potencia de la ficción».
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