«Juan Gabriel Vásquez ha mostrado con frecuencia su amistad con la poesía. Por eso quiero precisar que, aunque Juan Gabriel sea un gran novelista, lo que publica ahora no es un libro de poemas escrito por un novelista, sino un libro escrito por un poeta. Cuaderno de septiembre nació como una necesidad con la intención de que la poesía hiciese sus preguntas sobre los que decimos cuando decimos soy yo, sobre lo que dicen las cosas y sobre lo que saben de nosotros las palabras».
Basho no habría oído zambullirse la rana y hacer ruido en el agua sin el permiso del indecible Tao. * El Tao lo que hizo fue jugar con Basho, la rana y el agua para facilitarle al poeta el gran hallazgo.
Más de siglo y medio después de la muerte de Edgar Allan Poe (18091849), celebramos la publicación de los Ensayos completos de uno de los mayores cuentistas y, en general, uno de los más importantes escritores de la historia. Lejos de ser la persona atormentada y melancólica que en ocasiones se nos ha presentado, esta edición muestra a un Poe comprometido con la literatura y la estética, así como con la crítica literaria de la obra de sus contemporáneos.
En este tercer volumen –traducido por Antonio Jiménez Morato– continúa trazando una valiosa cartografía de la literatura norteamericana a través de libros y autores destacados en su época que recorre en lúcidos artículos y reseñas.
George Sand y Gustave Flaubert se vieron por primera vez el 30 de abril de 1857. Fue en el foyer del teatro del Odéon de París: un apretón de manos y, posiblemente, unas palabras corteses sellaron el encuentro. A ese encuentro siguieron, en septiembre del mismo año, unas páginas en el Courier de Paris que declaraban públicamente la admiración de Sand por Madame Bovary. Y muy poco más, en esos años: apenas un encuentro documentado, en 1859, en el cuarto piso del nº 2 de la rue Racine, vivienda parisina de Sand en ese tiempo. Hasta ese momento, cualquiera -y, para empezar, los dos protagonistas mismos- podría pensar que la relación entre ambos era de carácter literario, en cualquier caso social, cortés y nada personal o íntima. Tras leer las cartas que se intercambiarían en los trece años siguientes descubrimos que la realidad fue después casi la inversa: Sand y Flaubert casi nunca coincidieron en lo literario, pero sus sentimientos no dejaron de acercarlos.
Un hondo patetismo se conjuga con una ironía a la vez amarga y piadosa en esta historia de una mujer madura que se enamora del joven profesor que frecuenta su casa. La lucha entre una férrea voluntad personal y la inflexibilidad del destino.