Francia tiene cincuenta y seis reactores nucleares en activo, su industria nuclear da trabajo a unas cuarenta mil personas, la mitad de las cuales son subcontratadas. El protagonista y narrador de esta novela es Yann, uno de esos empleados temporales. Se dedica a labores de limpieza y mantenimiento de los reactores, lo que significa que sus contratos suelen durar entre tres y cinco semanas. Su trabajo no solo es precario, sino peligroso: quienes realizan estas tareas son escrupulosamente controlados para medir sus niveles de exposición a la radiación, y a quien sobrepasa los límites se lo envía a casa y se queda sin sueldo.
Estos trabajadores son itinerantes, viven en caravanas u hoteles y forman una singular familia. Élisabeth Filhol escruta un mundo casi secreto, destapa una realidad social, pero también el singular modo de vida de personas enfrentadas de forma permanente a un peligro invisible pero muy real. Personas ante un monstruo al que temen pero que ejerce sobre ellas un extraño magnetismo. El resultado es una novela que es al mismo tiempo una descripción minuciosamente realista de un entorno laboral poco conocido, una denuncia de las condiciones laborales de los trabajadores de las nucleares y un drama existencial sobre quienes se enfrentan cada día a la muerte.
Este volumen contiene siete novelas –Cosmética del enemigo, Antichrista, Ácido sulfúrico, Diario de Golondrina, Viaje de invierno, Matar al padre, Pétronille– unidas por el carácter oscuro y perverso de sus tramas y personajes. Son narraciones que exploran las vulnerabilidades, dependencias emocionales y retorcidas fantasías que anidan en los recovecos de la mente humana. Y lo hacen con la aplaudida agudeza, cáustico humor y vivaz estilo de Amélie Nothomb.
Un hombre que espera en un aeropuerto entabla a regañadientes conversación con un desconocido que le empieza a contar una atroz historia criminal; la amistad entre dos chicas se convierte en una tortuosa relación de manipulación y dominio; un programa de telerrealidad somete a sus concursantes a situaciones inimaginables que el público contempla embobado y encantado; un individuo trata de recuperar el deseo a través del crimen; una novelista de éxito aquejada de un peculiar autismo escribe bajo los cuidados de su agente; un mago establece un vínculo paternofilial de consecuencias incontrolables con un discípulo; una novelista consagrada y su nueva y joven amiga comparten andanzas etílicas llenas de diversión y riesgo…
«Cuando regresé a Francia, tras una ausencia de diez años, me informé a través de las pocas personas susceptibles de darme noticias de los miembros del grupo. No fueron noticias muy buenas, y me hicieron comprender aún mejor que el tiempo había pasado. Yo, que tan a menudo observaba el envejecimiento ajeno, tuve que acostumbrarme, a mi vez, a la idea de que mi juventud tocaba a su fin.»
En la época en que tenía veinte años, el narrador conoció a varias personas con las que compartió complicidades y confidencias. Visitó con ellas lugares que en algunos casos ya no existen: un restaurante en el que comían hombres solitarios, un bar que regentaba una martiniquesa, ciertas calles de París, una casa en la Costa Azul…
Era aquel un mundo elegante y sofisticado, de sastrerías, partidas de bridge, olor de pinares y noches interminables… Pero en el que, bajo el refulgente esplendor, también había recodos sombríos. Un mundo contenido en el estribillo de una canción titulada «Memory Lane».