Una obra anticipadora del dilema ecológico en la supervivencia. Publicado en 1945, Golfo de Penas reúne dieciocho relatos situados en la pampa patagónica, donde sus protagonistas -capitanes de barco, cetáceos, goletas, cazadores de focas, entre otros- se enfrentan a la soledad y la grandeza de tierras remotas, dejando al descubierto la esencia más primitiva del ser humano en su lucha por sobrevivir y, al mismo tiempo, desvelando una belleza primigenia, bondad y el amor por la naturaleza.
Trescientos años antes de que la Revolución francesa proclame la igualdad entre los seres humanos, un clamor se adueña de los valles vascos: el de los hombres y mujeres que ansían su libertad. Sus anhelos coinciden con un nuevo tiempo en el que las villas asumen el liderazgo frente a la opresiva atmósfera del feudalismo.
Con este vibrante telón de fondo, Aitor, un joven campesino, huye de su señor decidido a cambiar su destino. Su lucha será pronto la de toda una sociedad, que no cejará en su empeño hasta acabar con las injusticias en el mundo rural.
El valle sin nombre sumerge al lector en el día a día de una época fascinante en la que los valles vascos olían a hierro fundido y a deseos de libertad. El amor, la muerte, la amistad y la traición se entremezclan en esta obra, que une con maestría historia y ficción para hacer viajar al lector desde las solitarias calzadas de las tierras vascas hasta las bulliciosas calles de la Barcelona medieval.
Entre visillos (Premio Nadal 1957) retrata el ambiente, el conservadurismo y la hipocresía que subyace en una ciudad de provincias española de mediados del siglo pasado. Las conversaciones aparentemente banales entre las jóvenes protagonistas de esta novela nos irán dando a conocer sus angustias, su miedo a quedarse solteras, la monotonía de sus vidas, sus paseos y primeros novios, los bailes en el casino y esa tristeza que se oculta tras el aburrimiento y la falta de imaginación. La llegada del nuevo y atractivo profesor de alemán provocará en las protagonistas el deseo de liberarse del conformismo y de esa atmósfera opresiva.
«Los partidarios de esa tontería de llamar a las cosas por su nombre parecen convencidos de que las cosas, en efecto, tienen nombre, como si nacieran con él, y de que quien las nombra sin tapujos está, triunfando sobre los tabúes, más cerca de la realidad.»