Roma, otoño de 1542. Miguel Ángel se encuentra en el punto de mira de la Inquisición. Vive una profunda crisis religiosa y su amistad con Vittoria Colonna, la marquesa de Pescara, no ha pasado desapercibida. El jefe del Santo Oficio, el cardenal Gian Pietro Carafa, ha ordenado seguir a la dama para identificar el lugar donde se reúne la secta de los Espirituales, encabezada por Reginald Pole, que aboga por el retorno a la pureza evangélica en una ciudad donde la corrupción campa a sus anchas. Roma, que se ha convertido en una ciudad devorada por el vicio, será el cruel teatro en el que se crucen las vidas de Malasorte, la joven ladronzuela que ha recibido el encargo de espiar a los Espirituales, de Vittorio Corsini, el capitán de los esbirros de la ciudad, de Vittoria Colonna y del mismo Miguel Angel Buonarroti, el artista más genial de su tiempo.
Lo llamaron el robo del siglo, aunque el siglo recién empezaba. Por él acusaron y detuvieron a Picasso y Apollinaire, pero pronto tuvieron que soltarlos y asumir que no tenían ni idea de quién se había llevado la Gioconda de su sala del Louvre. La verdad se sigue discutiendo: lo más probable es que el cerebro de la operación fuera un argentino que se hacía llamar marqués de Valfierno. Con esa hipótesis, con esa historia oscura, Martín Caparrós construye una novela en la que recrea la vida del estafador que tuvo en vilo a Francia durante años y que confesó, poco antes de morir, que había planeado el robo por la razón más sorprendente.
Giacomo Casadio era un hombre solitario de temperamento melancólico, dotado de una gran imaginación y con el talento de los visionarios. Tenía pocos amigos y cumplidos los cuarenta y cinco años no había tenido nunca novia. Hasta el día en que en una fiesta de pueblo una gitana se cruzó en su camino. Hacía tiempo que Giacomo se había fijado en ella: era alta, tenía un cuerpo esbelto y una cabellera negra que le llegaba a la cintura. Él siempre la había esquivado, cohibido por su arrogancia; pero ese día la gitana se le acercó, le leyó el futuro en la palma de su mano y poco después se casaron.
Con ellos nace una saga familiar que recorrerá dos siglos de historia. La mitad de sus descendientes serán soñadores de ojos azules y cabellos claros como Giacomo, mientras que la otra mitad tendrá el cabello oscuro, los ojos negros y la sensibilidad de Viollca. Todos ellos serán protagonistas del relato íntimo y épico de una familia marcada de forma indeleble por la oscura y terrible profecía que Viollca leyó en las cartas en una noche de tormenta.
Leandro Fernández de Moratín (Madrid, 1760-París, 1828) se cuenta entre los más importantes literatos de la Ilustración española. Renovador del teatro y la poesía, así como férreo defensor de los modelos clásicos frente al culteranismo barroco, estuvo entre los más avezados promotores de la reforma estética neoclásica, que rubricó, en el terreno de la poesía, con una obra extensa y de cuidada factura, en la que brillan tanto la faceta del escritor serio como la del poeta lúdico y audaz.
Autor de una extensa producción literaria en la que se incluyen también novelas, relatos, teatro, ensayo y cuentos infantiles, E. E. Cummings (1894-1962) es conocido, ante todo, por ser uno de los poetas más arriesgados, controvertidos y complejos de la literatura norteamericana de la primera mitad del siglo XX. Nada de esto impidió, sin embargo, que llegase a recibir el elogio de la crítica y la estimación de los lectores, hasta tal grado que, en los años sesenta, se convirtió en el segundo poeta más leído en los Estados Unidos, teniendo por delante solo a Robert Frost. El interés por su obra no ha decrecido desde entonces. Esta antología bilingüe, que se basa en la más reciente y depurada recolección de la obra completa de E. E. Cummings, incluye una amplia selección tanto de los poemas que publicó en vida como de aquellos que quedaron inicialmente inéditos y fueron recopilándose después de su muerte.
Lacrónica sería un «grandes éxitos» de Caparrós, una compilación de sus mejores crónicas, si no fuera porque allí, además, el autor cuenta su historia en el periodismo y reflexiona sobre cómo escribe lo que escribe, cómo piensa lo que piensa, cómo se hace lo que hace. Entre recuerdos de su primer jefe, Rodolfo Walsh, y de su último maestro, Tomás Eloy Martínez, Caparrós da una lección de escritura de la no ficción que las facultades de periodismo de España y América Latina ahora emplean para enseñar esta materia.
Todo lo que usted siempre -o nunca- quiso saber sobre Lacrónica, ese extraño género del periodismo que empezó a poner por escrito el continente americano y tiene el don de permitirse la duda, brilla en esta obra que, casi sin querer, se volvió ineludible.