En Los bloques naranjas las relaciones entre hombres están atravesadas por el espacio geográfico que se habita: la ciudad. Es este un proyecto de poesía en prosa que intenta traer al presente el pasado de una adolescencia y una juventud no muy lejanas. ¿Qué ocurrirá en el futuro con todo lo que no se dijo cuando se tuvo la oportunidad?, se pregunta este libro.
Luis Díaz nos cuenta, precisamente, todo aquello que se sintió pero no se dijo.
Este libro explora la amistad masculina, siempre atravesada por la imposibilidad de comunicación, los afectos truncados y subterráneos, la corporalidad torpe y dolorosa. Abre una rendija que nos permite vislumbrar lo que bullebajo el hermetismo y la torpeza afectiva de las masculinidades adolescentes. Un libro rompedor, áspero y sensible a partes iguales.
Líbano, 1910. La guerra es una amenaza cruel que se cierne sobre todos y los niños son sus víctimas predilectas. El ejército turco está secuestrando adolescentes para obligarlos a sumarse a sus filas; por lo que Hassan debe huir junto con su padre Abdallah desde Chebaa con la esperanza de llegar a un puerto seguro donde puedan escapar hacia América. Apenas cuenta con diecisiete años y Hassan ya sabe lo que es perder su hogar. En su travesía, Hassan es separado de su padre al ser aprehendido por un general, pero su iniciativa y buen juicio le permiten ganarse la confianza del militar, e incluso ocupar un lugar dentro del cuartel como receptor de los mensajes en clave morse. Sin embargo, cuando Hassan se ve en la encrucijada de revelar la ubicación de un pueblo de cristianos y maronitas, en su lugar da las coordenadas de un campamento turco. Su traición costará la vida de doscientos soldados. A partir de entonces, sobre su cabeza pesará una sentencia de muerte hasta que logre abordar el barco que lo llevará hacia un lejano destino donde conocerá a muchos migrantes como él: el puerto de Veracruz…
La vida de Penélope no ha sido fácil, pero justo cuando la promesa de un futuro mejor se le presenta como un puesto de directora de un centro de ayuda para pandillas en Los Ángeles, una serie de atentados atribuidos a la comunidad hispana la ponen en riesgo de muerte. En su vertiginoso intento por escapar de un complot que involucra a las más altas esferas de la política estadounidense, Penélope tendrá que confiar en dos oscuros personajes: Luca, un misterioso agente del gobierno, y Saúl, el líder de una pandilla acusada de terrorismo. Tras la ola de violencia que se ha extendido por todo el país, la única posibilidad de sobrevivir es exponer la verdad, pero la poderosa sombra del polémico y racista expresidente de Estados Unidos hará su misión todavía más peligrosa.
Después de trece años sin escribir ni publicar poesía, Carlos Marzal regresa al género con un nuevo poemario. Un libro donde se entrevera el himno y la elegía; porque, como el autor ha señalado en alguna ocasión, «todos los poetas celebran la vida y la lloran al mismo tiempo, todos escribimos a la vez una oda y un planto que tienen como destinatario la existencia».
En su sentido etimológico, la ευφορία (euforia) constituye una fuerza que ayuda a sobrellevar, un arte del buen resistir, y en ocasiones remite a la abundancia y la fecundidad. En nuestros días, el significado de la palabra «euforia» nos evoca alegría y bienestar, en ocasiones extremos. La poesía de Carlos Marzal se ha caracterizado desde hace tiempo por aunar entusiasmo hacia lo que la suerte nos depara y la aceptación estoica de nuestro destino.
El descampado es una tierra sin memoria, sin pasado o sin futuro. Es el presente rotundo de las personas que lo habitaron en todo su esplendor. Como las ruinas de un tiempo preterito, no se acaba de destruir del todo y permanece eterno en su decrepitud. Es un lugar fuera del tiempo, abandonado, libre, como un paraíso perdido. Descampados es un relato sobre los confines de la ciudad: son las afueras de Argel donde Camus jugaba al fútbol de niño; el lugar donde apareció muerto Pasolini; es la imborrable cicatriz abierta por el Muro de Berlín o el extrarradio de nuestro desarrollismo que poblaron seres anónimos. Pero, sobre todo, es una crónica sobre la construcción de un territorio moral.
El abuelo ha muerto y Ana regresa a su hogar después de diez años de ausencia. De lo que fue el pueblo de su infancia, apenas queda ya nada reconocible. La casa familiar ha quedado aislada entre los ranchos vacíos, y no tardarán en venderse todos los terrenos de cultivo. Volver supone el reencuentro con su madre y su abuela, y también la recomposición de una relación rota. En el proceso de venta de la granja, Ana revive la historia del pueblo y su propio pasado, y se enfrentará a recuerdos con los que debe construir su nueva vida. Durante esos días, la abuela, que anda un poco perdida, le pide ayuda y le confiesa un secreto. Cuando nadie nos nombre es una novela profunda, con una atmósfera y un compás propios, sobre aquellas cosas que olvidamos durante unos años y tiempo después afloran y nos interpelan. Luciana Sousa escribe con palabras que son imágenes y sensaciones y que dan vida a una historia familiar marcada por los silencios.