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MAGGIE CASSIDY (CM)

Maggie Cassidy (escrita en 1953 y publicada en 1959) es el tercer volumen del magno ciclo La leyenda de Duluoz. En ella, el joven Jack Duluoz, de dieciséis años, conoce a una chica en el baile de Nochevieja de 1939, coquetean, vuelven a verse, se dan celos, son víctimas de murmuraciones, se pelean, se reconcilian y se enfrentan a las primeras decisiones de la vida adulta. Es la historia del primer amor del protagonista, un amor adolescente que engloba otros despertares: al mundo exterior, la sexualidad, la espiritualidad, los estudios, el trabajo, la vocación.
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BIG SUR (CM)

Jack Duluoz (Kerouac) ha publicado una novela (En el camino) que ha alcanzado un gran éxito, pero la fama es como una fiera que lo devora. Huyendo de la imagen que los críticos y los lectores se han forjado de él, en junio de 1960 se refugia en una cabaña que su amigo Lorenzo Monsanto (Lawrence Ferlinghetti en la vida real) tiene en la costa californiana de Big Sur, entre San Francisco y Los Ángeles, donde medita, sufre alucinaciones, escribe poemas místicos, bebe como un cosaco, recibe visitas, se droga y evoca el pasado. También hace excursiones y va a ver a su viejo amigo Neal Cassady (su compañero de aventuras de En el camino, que aquí se llama Cody Pomeray). Sus encuentros con los antiguos amigos no carecen de consecuencias, pues todos excepto él parecen haber aceptado los convencionalismos del mundo en que viven. La estancia en Big Sur es una prueba de fuego, un purgatorio cristiano o uno de los transitorios infiernos budistas que le permitirán volver a la civilización completamente transformado.
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EL SOTANO (OF)

Instalada en el cansancio crónico, fruto de una inespecífica dolencia, la narradora de esta novela decide ingresar en una clínica de lujo eficazmente diseñada para restaurar cuerpos enfermos. Allí se rodea de un selecto grupo de pacientes que, como ella, se entregan a los tratamientos —algunos secretos y otros experimentales— que les suministran en el sótano del edificio. Entre sus compañeros se encuentra Rubén, que actúa como maestro de ceremonias, y su mujer Dolores, con quien la protagonista entabla una amistad incierta. También la señora Goosens y su sobrino Adolfo, que parecen sanar y empeorar, respectivamente, a ritmos sospechosos. En común tienen una máxima: «Las miserias nos las callamos todos por dignidad.» Pero cuando la mejoría física de la protagonista no llega, cuando las dinámicas del grupo parecen obligar a sus integrantes a elegir entre soledad o tiranía, los recelos emergen.
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EL PLACER DEL VIAJERO (CM)

El placer del viajero transcurre en Venecia y, como escribió Frank Kermode, las novelas situadas en esa ciudad, por alguna razón, tienden a ser siniestras, como si en ella hubiera algo que confundiera las expectativas de la decencia. En esta historia de cuatro personajes, Colin y Mary, amantes desde hace varios años, de posición bastante acomodada, pasan sus vacaciones en esta ciudad anónima, haciendo el obligado turismo y sintiendo ese estado de disociación que a menudo se experimenta en las ciudades ajenas. Tras conocer a un misterioso italiano, casado con una canadiense, se ven progresivamente envueltos en una relación con am-bos. Los encuentros son agradables, casuales... pero hay en el aire algo amenazador, sofocante, inexplicable. Colin y Mary, súbitamente aislados y vulnerables, son arrastrados hacia lo desconocido, conducidos a acciones y sentimientos más allá de su control.
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GB84

Gran Bretaña, 1984. El anuncio del cierre de las minas de carbón desata la mayor huelga de la historia británica. Piquetes, policías, esquiroles, empujones, puñetazos, golpes de porra. Para imponerse en la batalla, la primera ministra Margaret Thatcher encarga al Judío, un oscuro ejecutivo de las cloacas del Estado, que aplaste al enemigo interno recurriendo a cualquier tipo de método. Escuadrones parapoliciales, palizas, ocupación de poblaciones enteras, agentes provocadores. Enfrente estará el Sindicato Nacional de Mineros, liderado por el carismático Arthur Scargill, el Presidente, el Rey Carbón, el Führer de Yorkshire, capaz de movilizar a miles de mineros con sus piquetes volantes o de recabar apoyos y solidaridad de la Unión Soviética o de la Libia de Gadaffi. David Peace ganó el James Tait Black Memorial con esta despiadada y magistral novela negra que narra la vez que más cerca estuvo Gran Bretaña de una guerra civil.
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PERIPECIAS DEL NO

En abril de 1988, surge en Buenos Aires la revista literaria Babel, uno de los hitos culturales más estimulantes de la posdictadura argentina. Su aparición supondrá el salto a la palestra del grupo literario Shanghai, a cuyos componentes, hartos de los efectos residuales del boom, se tildaría maliciosamente de dandies y posmodernos europeizantes y cuya propuesta estética e ideológica sostenía la autonomía de la literatura tanto ante la política como ante el mercado. A su alrededor se congregaron, entre otros, autores como el propio Chitarroni, María Moreno, Daniel Samoilovich, Sergio Chejfec, Sergio Bizzio, Martín Caparrós, Daniel Guebel o Alan Pauls, varios de los cuales transitan de forma recurrente, bien que transfigurados, por las páginas de Peripecias del no, una novela en clave sobre los fulgores y fracasos de la literatura argentina moderna, armada a partir de apuntes diarísticos, citas, listas, diálogos, ensayos, cuentos truncados, artículos o poemas de escritores apócrifos: órganos independientes pero no autónomos que funcionan como un solo cuerpo, y en los que Chitarroni, uno de los grandes ironistas contemporáneos en lengua española, prescinde de la trama para desplegar con escepticismo y mordacidad los grandes motivos borgeanos de la erudición, la construcción del canon y la consagración literaria. No casualmente, Peripecias del no se nos presenta como una obra en marcha, babélica, digresiva, gozosamente inconclusa, que dinamita las convenciones del género a fin de soslayar lo que Bioy Casares dio en llamar el «riesgo de lo novelesco», y en la que las fronteras que separan tradición y experimentación quedan definitivamente desdibujadas.
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