El volumen 5 de la BCRAE presenta la obra más conocida de Don Juan Manuel, El conde Lucanor (1335), colección de cincuenta ejemplos, tres colecciones de proverbios progresivamente más complejos y un tratado de doctrina cristiana.
La unidad de esta obra se debe, por un lado, a su propósito didáctico, de educación de los nobles de su tiempo, y por otro a la constante presencia de dos interlocutores, el conde Lucanor y su ayo Patronio, quien aconseja, a través de los distintos procedimientos didácticos a su disposición, el saber teórico y práctico que necesitaba reunir un aristócrata de su tiempo, y con él cualquier lector u oyente del libro.
Durante una tranquila partida de golf, Bobby Jones, hijo del vicario de Marchbolt, desvía sin querer la pelota hacia un acantilado. Mientras la busca, descubre a un hombre moribundo y deducen que la niebla fue la causante de su caída. Momentos antes de morir, el hombre susurra una misteriosa pregunta: «¿Por qué no le preguntan a Evans?» En un intento de identificar a la víctima, una vez se concluye que la muerte fue accidental, encuentran en su bolsillo la foto de una mujer. Bobby comienza a plantearse que quizá lo que parecía un accidente es, en realidad, un asesinato. Iniciará entonces, junto con su amiga Frances Derwent, gran aficionada a resolver misterios, una investigación para descubrir la verdad.
Una mujer desaparecida y un hombre obsesionado por ella hasta rozar la locura; dos muertes incomprensibles, un asesino demente, y un aterrador círculo verde que se aparece en los espejos. Todo esto converge en una absorbente historia de posesiones diabólicas, suspense y amor incondicional que revela una temible realidad: Dios sólo puede reinar si tiene un adversario con el que batirse en un combate perpetuo, que es el motor del mundo.
Esta adictiva novela ratifica a Elia Barceló como una de las narradoras más lúcidas y versátiles de las letras españolas.
Primera entrega de una nueva trilogía cyberpunk.
El expolicía Berry Rydell se encuentra con Chavette, una mensajera que está a punto de entrometerse en la vida de un empleado de los depósitos de información ilícita financiados por el cartel de Medellín.
Para Charmian Clift, Grecia era la Tierra Prometida. En 1954, ella y su marido, el famoso reportero George Johnston, abandonaron el gris Londres de posguerra y partieron hacia el mar Egeo con dos máquinas de escribir y dos hijos pequeños. Planeaban pasar allí un año, pero acabarían quedándose una década. Cantos de sirena es la crónica de su accidentada aclimatación a Kálimnos, una pequeña isla poblada por taciturnos pescadores de esponjas y mujeres fuertes y supersticiosas. En sus páginas, llenas de personajes inolvidables con su fiel escudero local, Manolis, y su inflexible asistenta doméstica, Sevasti, a la cabeza y paisajes de una belleza casi milagrosa, la perplejidad ante una sociedad primitiva y patriarcal convive con el descubrimiento de un modo de vida puro, sencillo y libre, previo a la invasión del turismo de masas.
Mucho se ha escrito sobre soldados, aventureros y pícaros y sobre lo que, en sustancia, estos modos azarosos de comportamiento social significaron para las gentes de la España del siglo XVII. Fauna plural y variada en gustos, cubría toda la escala de la sociedad desde el aristócrata hasta el estudiante; se nutría de hidalgos empobrecidos; capitanes de fortuna, sirvientes y lacayos, aventureros desengañados, beatos, gente de iglesia, rufianes, ermitaños y los ciento cincuenta mil vagabundos que a fines del siglo XVI circulaban por España. Inclusive los propios escritores se dejaban, a veces, arrastrar por tan gustosas ocupaciones. Algunos de estos sujetos escribieron acerca de sí mismos mezclando la realidad con la fantasía, esta última con caracteres de retórica adjetiva cuya excrecencia percibe el lector.