Dragones y apariciones rondan las calles inundadas de Nueva Orleans tras el huracán Katrina. En un universo paralelo, una sociedad utópica evita ser intoxicada por las ideas de nuestro mundo. En el sur de Jim Crow, una madre negra debe salvar a su hija de una hechicera que la condenaría a una vida de servidumbre. Y en la historia nominada al Premio Hugo, «La ciudad que nació grandiosa», un chico de la calle lucha para dar a luz al alma de una vieja metrópolis.
El accidente sufrido por su padre junto a su nueva pareja y el asesinato de Gonzalo, el pretendiente que la abandonó en vísperas de su boda, son otra motivación para iniciar una vida propia bajo un nuevo nombre: María González. María sospecha que su madre tuvo relación con esas muertes y, por ello, como detective improvisada, irá descubriendo toda una red de mentiras que implican a su familia, prototipo de aquella burguesía madrileña que enterró y nunca reconoció su apoyo al franquismo con la llegada de la Transición.
En El matarife, Sándor Márai -uno de los grandes escritores del siglo XX- reflexiona con brillantez y hondura hasta qué punto un ser humano puede modificar su propia naturaleza sometido a los estragos de una guerra despiadada y cruel.
El indolente Otto Schwarz es un ejemplo escalofriante de abyección salvaje: para él, matar animales en un desolladero berlinés o soldados enemigos en el frente no supone una gran diferencia, sino una suerte de vocación. Sándor Márai ha sabido concentrar en un solo personaje el irreprimible trastorno psíquico que condujo a la Primera Guerra Mundial, con la irónica distancia y la fría concisión de un cronista, como algo perteneciente a una nueva y aterradora normalidad de la que es imposible salir indemne.
Han pasado 15 años desde que Gwendy Peterson dejó Castle Rock. Ahora tiene 37, vive en Washington D. C. y apenas recuerda a la adolescente que volvía a casa en verano a través de las Escaleras de los Suicidios.
Sin embargo, su caja de botones reaparece y Gwendy descubre que en Castle Rock han desaparecido dos chicas. El sheriff Ridgewick y su equipo trabajan a contrarreloj para encontrarlas sin saber a qué clase de enemigo se enfrentan. Pero Gwendy sí lo sabe, y es consciente de que solamente ella podrá traerlas de vuelta..., pero solo si utiliza la poderosa pero peligrosa caja de botones una vez más.
Cuatro mujeres chilenas, a las puertas de la madurez y a orillas de un lago, dan curso sin inhibiciones al relato apasionado de sus historias personales.
Vidas marcadas a fuego por la experiencia socialista durante el gobierno de Salvador Allende y el golpe militar de 1973, pero también por la huella más íntima del amor y del dolor, el desengaño y la compasión. Los hilos de estas biografías están entrelazados con las vidas de otras mujeres -amigas, primas, hermanas-, planteando página a página los dilemas de la sumisión, la infidelidad y el matrimonio, el trabajo y el sexo.
Apagados el fragor de las utopías y la explosión del feminismo, Marcela Serrano ilumina la relación hombre-mujer desde una óptica femenina inédita y enfrenta sin concesiones los claroscuros de la condición existencial de la mujer.
Hoy, cuando los medios de comunicación han convertido la historia individual y colectiva en espectáculo, la literatura es el espacio privilegiado de la subjetividad.
Este libro se asoma al fascinante mundo interior de unos personajes atrapados en sus particulares delirios: un Club de Fetichistas que intercambian sus manías sexuales, un hombre enamorado de una mujer-ballena, un marido a quien su mujer ha abandonado por otra, o una bella y eficiente secretaria-modelo-mamá asfixiada por la familia nuclear. Como niños locos encerrados en un gabinete lleno de figuras, que son símbolos, que son pulsiones.
«Cada vez que me sumerjo en el interior de estos personajes, encuentro algo de mí misma», declaró Cristina Peri Rossi. A los lectores y lectoras de Desastres íntimos les ocurrirá otro tanto, sea cual sea su identidad u opción sexual.