«El cuerpo» es el edificio central de la deslumbrante trilogía CEGADOR. Un libro inabarcable, caleidoscópico e intelectualmente subversivo que constituye un hito en la historia de la literatura europea. Bucarest a mediados de los años 60: Rumanía está dominada por el Partido. Mircea acaba de cumplir ocho años y en su mente se fusionan el presente y el pasado: el lúbrico Vasile, el muchacho que creció sin sombra; la niña Maria, a la que le crecen unas alas de mariposa; las alfombras cúbicas tejidas por la madre de Mircea, que ocultan secretos de Estado; la mística aparición, en la Alameda del Circo, del Hombre Serpiente; Mircea y su hermano Victor, acurrucados cada uno con la cabeza a los pies del otro; los hombres estatua que pueblan las entrañas de una Amsterdam con cielos color rubí…La fabulosa segunda entrega de la trilogía «Cegador», la obra que encumbró a Cartarescu a la fama. Una experiencia literaria total, deslumbrante y transformadora.
Tras rememorar su infancia en Corazón que ríe, corazón que llora, Maryse Condé retoma el camino de su vida y nos conduce a través de sus años de aprendizaje: un periplo que comienza en París, con un embarazo accidental y el abandono del hombre al que ama, y que la lleva a vagar por África, en busca de esa identidad que ya empezaba a entrever con el descubrimiento de la negritud, del socialismo y la creatividad literaria. Pero también de los desengaños amorosos, la maternidad no deseada y los estragos emocionales de la orfandad. Honesta e irónica, delicada y brutal, Maryse Condé vuelve a ensanchar los límites de la autobiografía para construir un bello relato universal: el de una mujer desposeída que, a pesar de los embistes del destino, busca incansablemente la plenitud y la felicidad. La mujer antes de la píldora, África tras la independencia, una madre que huye. Una apasionante y conmovedora novela de la autora de «Corazón que ríe, corazón que llora».
Coincidiendo con el centenario de su aparición, Impedimenta publica una nueva traducción de la obra maestra de Sōseki, que prefiguraría la de autores de la importancia de Akutagawa, Kawabata o Murakami. «Kokoro» («corazón», en japonés) narra la historia de una amistad sutil y conmovedora entre dos personajes sin nombre, un joven y un enigmático anciano al que conocemos como «Sensei». Atormentado por trágicos secretos que han proyectado una larga sombra sobre su vida, Sensei se abre lentamente a su joven discípulo, confesando indiscreciones de sus días de estudiante que han dejado en él un rastro de culpa, y que revelan, en el abismo aparentemente insalvable de su angustia moral y su lucha por entender los misterios del amor y el destino, el profundo cambio cultural de una generación a la siguiente que caracterizó el Japón de principios del siglo XX.
Prusia Oriental, enero de 1945. Ha comenzado el éxodo de los alemanes que huyen ante el avance del Ejército Rojo hacia el oeste. En su camino, varios de ellos encontrarán refugio en Georgenhof, la privilegiada hacienda donde Katharina von Globig vive, en ausencia de su marido, con su hijo Peter y una tía lejana que ejerce de ama de llaves metomentodo. Por la casa desfilarán personas de los más variopintos orígenes: una violinista nazi, un economista, un aristócrata báltico o incluso un prófugo judío; cada uno de los testimonios de estos visitantes revelan un punto de vista distinto sobre la guerra, el nazismo, el enemigo o el porvenir. En la hacienda resuenan así las opiniones de los alemanes comunes sobre su propia historia mientras la tragedia se va cerniendo sobre la familia.
Se extinguió en lo más crudo del invierno: los arroyos estaban congelados, los aeródromos casi desiertos, y en las plazas la nieve desfiguraba las estatuas; el mercurio se hundió en la boca del día moribundo. Los instrumentos de que disponemos coinciden en decirnos que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.
Se extinguió en lo más crudo del invierno: los arroyos estaban congelados, los aeródromos casi desiertos, y en las plazas la nieve desfiguraba las estatuas; el mercurio se hundió en la boca del día moribundo. Los instrumentos de que disponemos coinciden en decirnos que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.
Poeta libanés de origen sirio, Adonis (seudónimo de Ali Ahmad Said Esber, 1930) es uno de los principales escritores actuales en lengua árabe. «Éste es mi nombre» es uno de los tres grandes poemas que conforman este libro al que da título. Lo acompañan «Prólogo a la historia de los Reyes de Taifas», a modo de obertura, y «Epitafio para Nueva York» como cierre. Todos ellos, aparte de excelentes piezas poéticas, son fiel reflejo del estilo torrencial y alejado del academicismo del poeta. Si «Éste es mi nombre», está marcado por el desastre de junio de 1967, cuando Israel invadió los territorios palestinos y parte de Egipto, Líbano y Siria, «Epitafio para Nueva York» (en el que se transparenta una detenida lectura de Poeta en Nueva York de García Lorca) establece una dinámica de opuestos al imperialismo estadounidense de los años 1970. Al Nueva York que lo simboliza se oponen los núcleos de resistencia de aquellos años: Palestina y Vietnam. El Estados Unidos de Whitman y Lincoln se opone al de Nixon. A las calles y distritos del poder económico (Wall Street, Quinta Avenida), se enfrentan los barrios marginales (Harlem, Greenwich Village), que el poeta convierte en depositarios y testigos del futuro.