Después de algunos años de ausencia, Pablo Klein vuelve a la ciudad de provincias donde ha pasado su infancia para ejercer como profesor de alemán en el instituto. Allí entabla relación con distintas personas de la ciudad, fundamentalmente jóvenes, y con las alumnas del instituto, sobre todo con Natalia. A través de las ocupaciones cotidianas de este grupo de jóvenes, de sus angustias, del aburrimiento y de la falta de imaginación, Carmen Martín Gaite traza el perfil de una juventud sin ilusión.
Petra Delicado nunca ha sido una policía al uso. Feminista, mordaz e implacable, enfrenta cada caso con la intuición afilada y el humor como escudo. Junto a su inseparable Fermín Garzón, un subinspector tan leal como cascarrabias, se adentra en investigaciones donde lo grotesco y lo trágico se dan la mano.
Desde el cadáver de una anciana prostituta abandonado como una muñeca rota hasta secretos ocultos tras la fachada de familias irreprochables, estos seis relatos confirman la maestría de Alicia Giménez-Bartlett. Misterios turbios, giros inesperados y la inconfundible voz de Petra en una serie de casos que ponen a prueba su tenacidad y su humanidad.
En 1557 Europa es un polvorín y en la Florencia de los Médicis se acaba de cometer un crimen: el pintor Pontormo ha sido asesinado mientras trabajaba en los frescos de una capilla. Junto al cadáver aparece un cuadro obsceno de la hija de Cosme de Médicis y, para evitar mayores problemas con la reina Catalina de Francia y con el papa Pablo IV, un inquisidor de la peor calaña, el duque de Florencia deberá encargar al gran Vasari, su hombre de confianza, que resuelva el caso y limpie el nombre de su hija.
Aunque ambientada en el Renacimiento, esta formidable novela policiaca resuena con fuerza por su profunda reflexión sobre los grilletes morales que hoy, como ayer, amenazan la libertad artística. Un maravilloso fresco cargado de humor, romance y suspense que a través de sus múltiples perspectivas erige un desafío literario, político e histórico que produce en el lector el mismo asombro que la contemplación de un gran cuadro.
Un tour de force narrativo con el que Laurent Binet pone a prueba una vez más su talento, una novela «erudita, emocionante, edificante» (Benzine) en la que «maneja a la perfección los retratos, los colores y las líneas de fuga. Una pura obra maestra» (Page).