La combinación de rigor histórico y acción espectacular, unida a la habilidad narrativa del autor, convierten estas páginas en una apasionante pieza clave para comprender la trágica jornada de aquel 21 de octubre de 1805 que cambió la historia de Europa y del mundo. La guerra y el mar, el coraje y la cobardía, el destino y la memoria histórica, en definitiva, las distintas batallas a las que nos enfrenta la vida son el paisaje por el que navega Cabo Trafalgar.
Una obra inédita de Borges, única y reveladora sobre su método de escritura
El taller literario de Borges
Los textos inéditos suelen perdurar en papeles diversos, márgenes o cuadernos en octava; suelen encontrarse en cajones, baúles, latas de galletitas o bolsillos; éste permaneció en una cinta magnetofónica, grabada en Nueva York hace cuarenta y tres años. Esto quiere decir que antes de ser un libro, El aprendizaje del escritor fue oral, y que su texto comporta la traducción -o ventriloquia- de las transcripciones del seminario sobre escritura que ofreció Borges en la Universidad de Columbia, en 1971. Cada reunión estuvo abierta a las preguntas de los estudiantes y, a la manera de los diálogos platónicos, recrea naturalmente el contraste dramático de los puntos de vista del autor y sus lectores. Este seminario, como la vastísima obra de Borges, no encierra una sola página que no ofrezca una felicidad.
«Yo creo que el deber de un escritor es ser un escritor, y si puede ser un buen escritor, está, entonces, cumpliendo con su deber.»
Dos de Mayo de 1808, Arturo Pérez-Reverte devuelve a la vida a los protagonistas de la jornada que cambió el destino de España Este relato no es ficción ni libro de Historia. Tampoco tiene un protagonista concreto, pues fueron innumerables los hombres y mujeres envueltos en los sucesos del 2 de mayo de 1808 en Madrid. Héroes y cobardes, víctimas y verdugos, la Historia retuvo los nombres de buena parte de ellos: las relaciones de muertos y heridos, los informes militares, las memorias escritas por actores principales o secundarios de la tragedia, aportan datos rigurosos para el historiador y ponen límites a la imaginación del novelista. Cuantas personas y lugares aparecen aquí son auténticos, así como los sucesos narrados y muchas de las palabras que se pronuncian.En Un día de cólera, Arturo Pérez-Reverte convierte en historia colectiva las pequeñas y oscuras historias particulares registradas en archivos y libros. Lo imaginado, por tanto, se reduce a la argamasa narrativa que une las piezas. Con las licencias mínimas que la palabra novela justifica, estas páginas pretenden devolver la vida a quienes durante doscientos años sólo han sido personajes anónimos en grabados y lienzos contemporáneos, o escueta relación de nombres en los documentos oficiales.
«Sonó el teléfono y supo que la iban a matar. Lo supo con tanta certeza que se quedó inmóvil, la cuchilla en alto, el cabello pegado a la cara entre el vapor del agua caliente que goteaba en los azulejos. Bip-bip. Se quedó muy quieta, conteniendo el aliento como si la inmovilidad o el silencio pudieran cambiar el curso de lo que ya había ocurrido. Bip-bip. Estaba en la bañera, depilándose la pierna derecha, el agua jabonosa por la cintura, y su piel desnuda se erizó igual que si acabara de reventar el grifo del agua fría. Bip-bip. En el estéreo del dormitorio, los Tigres del Norte cantaban historias de Camelia la Tejana. La traición y el contrabando, decían, son cosas incompartidas.»
Un marino sin barco, desterrado del mar, conoce a una extraña mujer que posee, tal vez sin saberlo, respuestas a preguntas que ciertos hombres se hacen desde siglosCazadores de naufragios en busca del fantasma de un barco perdido en el Mediterráneo, problemas de latitud y longitud cuyo secreto yace oculto en antiguos derroteros y cartas náuticas, museos navales, bibliotecas...
La gran novela de Arturo Pérez-Reverte que abrió el camino del éxito internacional a los thrilles inspirados en el mundo de los libros. ¿Puede un libro ser investigado policialmente como si de un crimen se tratara? Lucas Corso, mercenario de la bibliofilia, cazador de libros por cuenta ajena, se enfrenta a esa pregunta cuando recibe un doble encargo de sus clientes: autentificar un manuscrito de Los tres mosqueteros y descifrar el enigma de un extraño libro, quemado en 1667 con el hombre que lo imprimió. La peligrosa indagación le llevará de los archivos del Santo Oficio a los libros condenados, de las polvorientas librerías de viejo a las más selectas bibliotecas de los coleccionistas internacionales.