Hannah está ocupada intentando esquivar los intentos de su madre por casarla mientras dirige la panadería más popular de Lake Eden. Pero cuando encuentran a Ron LaSalle, el querido repartidor de la lechería muerto en la parte trasera de su panadería, su vida ya no puede ir a peor. Decidida a no dejar que aquello afecte a la reputación de su establecimiento y sus famosas galletas, se propone descubrir al asesino. Pero si no anda con cuidado, su dulce vida podría amargarse.
Nadie te sirve un misterio tan delicioso y lleno de suspense como Hannah Swensen, la heroína pelirroja repostera de Joanne Fluke, cuyas galletas de jengibre son tan ácidas como sus réplicas.
¿Quién iba a decir que la restauración de libros podía ser tan emocionante?
Brooklyn Wainwright es una cirujana experta en encuadernación de libros. La noche de la inauguración de una exposición de libros de anticuario, Brooklyn encuentra a su mentor, Abraham, tirado en un charco de sangre. Poco antes de morir este le entrega una copia de del Fausto de Goethe para que la guarde al tiempo que le susurra un críptico mensaje: «Recuerda el diablo».
De este modo, Brooklyn se convierte en sospechosa de asesinato y robo gracias a Derek Stone, el agente de seguridad británico sin sentido del humor y molestamente atractivo que la encuentra junto al cuerpo de Abraham. Ahora tendrá que seguir las pistas que su mentor ha dejado si quiere que se haga justicia… Una inteligente, divertida y sofisticada novela que mantiene la intriga hasta el final.
Clare Cosi es la encargada de la histórica cafetería Village Blend de Nueva York. Vive feliz junto a su gata Cafelito en un apartamento justo encima de la cafetería. Pero todo da un giro inesperado cuando descubre en la trastienda el cuerpo de la subencargada del negocio rodeado de posos de café. Al no encontrar indicios de violencia, la policía concluye que se trata de un accidente, pero Clare no opina igual. Ella piensa que algo se cuece. Si quiere llegar al fondo del asunto deberá investigar por su cuenta y rápido... antes de que alguien más corra la misma suerte. Porque un buen crimen, como el buen café, siempre debe estar a punto.