Dos mujeres fuertes y valientes, enfrentadas a la codicia, la barbarie y al crimen, se ven unidas a través de los siglos por un misterioso legado que puede alterar el futuro de Cuba.
Una apasionante historia que empezó hace más de quinientos años y que solo ahora puede terminar.
Alicia Solomon apenas recuerda algo de sus primeros años de vida. Solo sabe que apareció abandonada en una balsa, de muy pequeña, y que fue recogida por unos marineros en alta mar. Ahora, convertida en una experta en documentos antiguos, se enfrenta al mayor reto de su carrera: descifrar un enigmático manuscrito hallado en una misteriosa tumba indígena no muy lejos de La Habana; una tarea que se vuelve más peligrosa a medida que Alicia se da cuenta de que hay personas dispuestas a matar para que ese texto, escrito por una mujer desconocida en el siglo XVI, jamás vea la luz.
Y es que, más de quinientos años atrás, existió un testigo excepcional de la conquista española. Juana, una joven recién llegada a la isla de los huracanes, se convirtió en la voz de esos pueblos sometidos y en el origen de una dinastía valerosa y justa, perseguida por quienes aún hoy no dudarán en eliminar a cuantos se opongan a su codicia y a su insaciable sed de poder.
Una aventura plagada de secretos, enigmas, mitos y conspiraciones, que retrata la eterna lucha entre la dignidad y la opresión, entre la inocencia y la más depravada codicia.
Tikú, el hijo del caporal de la plantación cafetera La Portuguesa, siente desde niño en su interior una fuerza desconocida y brutal que marca toda su vida. Es la voz de adentro, que a ratos asume como propia y cuyos mandatos de muerte y destrucción resultan imposibles de ignorar.
La selva, que parece querer engullir todo lo que la rodea, marca un destino descivilizador para Tikú: tras abandonar primero La Portuguesa y luego su trabajo como maestro, lejos de los suyos y solo acompañado por un coyote y por los santos que protegen los cuatro rumbos de la montaña, se acerca cada vez más a la tribu ancestral y misteriosa que puebla las zonas más secretas de ese territorio agreste y hostil: los hijos del volcán.
Con una prosa precisa, deslumbrante y sensorial, Jordi Soler vuelve en esta novela a ese espacio tan personal de la selva veracruzana, y relata un mundo de aliento mítico, violento y lleno de supersticiones en el que no parecen regir otras normas que las que impone la naturaleza.
«En ese sofá quedó tendido, desconcertado y exánime uno de los hombres que no fui».
Un remate de antigüedades en una vivienda donde el narrador residió hace veinte años le da pie a encontrarse de nuevo con las personas cruciales de su vida. A través de lo que pasó y lo que pudo pasar, el narrador de Los hombres que no fui se enfrenta a su memoria, a sus decisiones y a las derivas que ha ido tomando su vida, dando paso al retrato de «un mundo de formas bellas, tiránicas e infructuosas, de reglas inculcadas que podían llegar a ser mortales». Con una mirada esclarecedora, conjugando melancolía y liberación, Pablo Simonetti escribe sobre las vidas posibles que vamos abandonando con cada una de nuestras decisiones, sobre la pertenencia y la exclusión, con el trasfondo de un Santiago de Chile en llamas que le permitirá al protagonista dejar el pasado definitivamente atrás.