En 1857, Tolstói asiste por casualidad en París a una ejecución pública. Aquel hecho, trivial en la época, supuso para el escritor la caída de un velo. Ese mismo día escribe a un amigo, le relata el terrible espectáculo y concluye: «La verdad es que el Estado es una conspiración diseñada no sólo para explotar, sino sobre todo para corromper a sus ciudadanos. De ahora en adelante, nunca serviré a ningún gobierno en ninguna parte». Había nacido un nuevo Tolstói. Pero el camino será largo. Cuatro años después, visita al gran pensador anarquista Pierre-Joseph Proudhon, exiliado en Bélgica. Ambos pasan noches enteras hablando. Bajo su influencia, Tolstói regresa a Rusia y decide asentarse en el campo, donde acaba de abolirse la servidumbre, en busca de una vida más honesta y con un mayor compromiso social. Sin embargo, un día regresa a Moscú. Y lo que encuentra allí supera to do lo imaginable. Es un viaje al otro lado de la realidad. Es el viaje que se cuenta en este libro y que convirtió al gran literato que había sido hasta entonces en el intelectual revolucionario que fue hasta su muerte. Un libro-bisagra. Un libro-dinamita.
¿Bastan un beso robado, un salto desde un tren en marcha, la sombra furtiva de una mujer, una borrachera de media tarde o las preguntas arriesgadas de una niña para conformar un mundo que tenga peso propio y cuente la vida entera? Si quien escribe es Alice Munro un simple adjetivo sirve para cruzar las fronteras de la anécdota y colocarnos en el lugar donde bullen los sentimientos y las emociones.
La gran autora canadiense nos sorprende de nuevo con Mi vida querida, una colección de cuentos en los que vemos a hombres y mujeres obligados a traficar con la duda, el dolor y la decepción sin más recursos que su humanidad.
Comienzos, finales, virajes del destino... y de repente, cuando creíamos que el relato llegaría a su obvia conclusión, Munro nos invita a dar otra vuelta de tuerca que cambia el fluir de los acontecimientos y emociona al lector, mostrando hasta qué punto esa vida cotidiana que tanto nos cansa puede llegar a ser extraordinaria.
Cierran el volumen unas páginas que Munro dedica a su propia infancia, unas notas espléndidas donde lo personal se funde con la ficción, pues, en palabras de la misma autora «la autobiografía vive en la forma, más que en el contenido».
«La lluvia seguía golpeando en la ventana, constante y gris, arrebujada en sí misma como un caracol dentro de su concha. Sentí que en tus ropas estaba tu presencia esquiva, tu espíritu que se escapaba».
A partir de diecinueve fotografías de Nueva York, la autora narra la vida de Lola, una joven a quien su madre dejó a los ocho años para perseguir una carrera como actriz en la Gran Manzana. Marcada por este abandono primigenio, Lola ha vivido una vida de complejos y carencia emocional. Todo cambia cuando recibe la llamada de un desconocido que le advierte de que su madre ha desaparecido y se embarca en la difícil labor de hallar a una mujer que apenas conoce. El viaje de Lola será hacia lo más profundo de la esencia humana y de sí misma. Una travesía donde no todo es lo que parece.