En Robots e imperio vemos cómo el futuro del universo corre peligro. Aunque se han debilitado las fuerzas de los siniestros Spacers, el doctor Kelden Amadiro no ha olvidado -ni perdonado- su humillante derrota a manos de Elijah Baley, el adorado héroe de la población terrestre. Amadiro ansía la venganza y está más decidido que nunca a consumar la destrucción del planeta Tierra.
Un comandante lucha por mantener a raya a sus hombres en la frontera de un paso de montaña, hasta que una bella capitán se hace cargo del puesto enemigo.
En un desértico altiplano a más de cinco mil metros de altitud, se asienta un paso de frontera entre dos países. Una tenue línea de piedras pintada de cal separa los márgenes. De un lado está Guardia de Frontera, un puesto al mando del teniente Costa, y del otro Ronda de Confines, con el teniente Gaitán como jefe. La soledad devora a Costa, muy celoso de su misión, pero irremediablemente aislado de sus hombres, y que tiene a Gaitán como íntimo enemigo. En apariencia, son dos soldados sirviendo cada uno a su país, pero en realidad están abandonados a ambos lados de la frontera, en un lugar gobernado por fuerzas muy distintas de las que pretenden dominar. Las tropas comercian entre sí, traficando con lo poco que poseen. Cuando se marche Gaitán, deseoso de dejar el altiplano, le sustituirá la capitán Vera Brower, una mujer atractiva cuya melena roja pondrá patas arriba la rutina del paso.
Año 1560. Alejandro Farnesio, príncipe de Parma, marcha a estudiar a la universidad de Alcalá de Henares, donde coincide con el príncipe Carlos, heredero a la corona de España, y don Juan de Austria, reconocido como hermano por Felipe II.
Es una mala época para España, amenazada por musulmanes rebeldes en Granada, herejes en Flandes e Inglaterra y, sobre todo, la lucha contra los turcos por el control del Mediterráneo.
Un tiempo apasionante que desemboca en la batalla de Lepanto, donde se dice que se derramó tanta sangre, que el mar se tiñó de rojo.