La trilogía que integran MI FAMILIA Y OTROS ANIMALES, BICHOS Y DEMÁS PARIENTES y EL JARDÍN DE LOS DIOSES, también conocida como «Trilogía de Corfú», es un canto tan desbordante como regocijante a la alegría de vivir, a la naturaleza y a la luz del Mediterráneo, y al gozo de una adolescencia libre y plena. La isla griega, un paraíso en medio de los crispados años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, alberga a una singular galería de personajes, como el cáustico Larry (Lawrence Durrell, el futuro autor del «Cuarteto de Alejandría») y sus estrafalarias amistades, mamá Durrell y su inagotable sentido común, o Spiro, el corfuano angloparlante, junto con toda una serie de animales retratados como sólo puede hacerlo quien a lo largo de toda una vida los ha considerado con inteligencia y ternura.
«Por fin voy a evocar toda aquella locura argentina, a todos aquellos seres arrebatados por la violencia. Me decidí a hacerlo porque muy a menudo pienso en los muertos, pero también porque sé que no hay que olvidarse de los sobrevivientes.»
Por fin se publican reunidas en un solo volumen las tres novelas con las que Laura Alcoba ha narrado una infancia ―su infancia― y, con ella, también la historia de la época más convulsa de la Argentina contemporánea: La casa de los conejos, El azul de las abejas y La danza de la araña. Aquí palpita una memoria viva y llena de claroscuros que nace en 1975, poco antes del inicio de la dictadura argentina, atraviesa el exilio en Francia y alcanza hasta la llegada de la adolescencia en un país que quizá ya sea el propio, pero quizá no.
Esta historia a caballo entre un lado y otro del océano, siempre anhelando una patria imposible, tiene la carga de emotividad que solo el recuerdo de la infancia o la mejor literatura pueden invocar. Ambos están presentes aquí con una fuerza y una finura únicas. Todo un fenómeno editorial en Francia y ya un clásico de la literatura autobiográfica más reciente.
Para Max Brod, hay un denominador común indudable en las tres novelas de su amigo Franz Kafka: la situación del acusado en El proceso, la del intruso y extraño en El castillo, el desamparo e inocente inconsciencia de El desaparecido en la tumultuosa América… En las tres obras se muestran distintas facetas de la circunstancia del hombre moderno. De ahí que las tres novelas configuren la Trilogía de la soledad que Kafka nos legó.