El enigmático y atractivo profesor Gabriel Emerson, reconocido especialista en Dante, es un hombre torturado por su pasado y orgulloso del prestigio que ha conseguido, aunque también es consciente de que es un imán para el pecado y, en especial, para la lujuría. Cuando la virtuosa señorita Mitchell se matricula en el curso de doctorado que Gabriel imparte en la Universidad de Toronto, la vida de éste cambia irrevocablemente. La relación que mantiene con su nueva alumna lo obligará a enfrentarse a sus demonios personales y lo conducirá a una fascinante exploración sel sexo, el amor y la redención.
En una isla desierta, los años de inocencia de dos hermanos llegan a su fin cuando escuchan por primera vez el susurro del pecado; a un periodista especializado en sucesos se le presenta una oportunidad inigualable de cometer el «crimen perfecto»; las sospechas de un articulista hacia una dama de la alta sociedad le llevarán a desvelar un perturbador secreto Amores imposibles, obsesiones, delirios, psicosis, transformismo... El interior de la mente alberga terrores impensados, reacciones imprevisibles, condenas más duras que las de ningún juez y torturas mayores que las del infierno. Obsesiones que lo mismo empujan al asesinato que delatan al criminal, sadismo descarnado, fantasías y temores de jóvenes que se acercan por primera vez al sexo, alucinaciones que toman forma real, venganza, anhelo, locura y pasión fundidas en una indisociable emoción...
Gran parte de estos cuentos giran en torno al cumplimiento de un destino que se repite y que suele prefigurar un enfrentamiento. A veces los protagonistas son los hombres, como en «El otro duelo» o «Guayaquil»; otras son sus armas: dos cuchillos que se buscan largamente hasta por fin encontrarse y pelear. También puede ocurrir, como en «Historia de Rosendo Juárez», que en ese enfrentamiento uno se convierta en espejo del otro, uno sea él mismo y su enemigo. O que, como le sucede a Brodie, el otro le produzca horror y fascinación. Once relatos en los que el autor dice haber encontrado su verdadera voz: «La ya avanzada edad me ha enseñado la resignación de ser Borges».