Justo antes del amanecer, en una decadente ciudad americana, cientos de parados esperan la apertura de la oficina de empleo para reclamar uno de los mil puestos de trabajo que se han anunciado. Han hecho cola durante toda la noche. De pronto, invisible hasta que lo tienen prácticamente encima, un Mercedes surge de la fría niebla de la madrugada. Su conductor atropella y aplasta a todos los que encuentra a su alcance. Acto seguido, el coche da marcha atrás y vuelve a arremeter contra ellos. El asesino huye dejando atrás ocho muertos y quince heridos. Meses después, Bill Hodges, un policía jubilado que sigue obsesionado con este caso sin resolver, recibe una carta anónima de alguien que se declara culpable de la masacre. Brady Hartsfield vive con su madre alcohólica en la casa donde nació. Disfrutó tanto de aquella sensación de muerte debajo de los neumáticos del Mercedes que ahora quiere recuperarla.
"Mrs. Dalloway said she would buy the flowers herself." It's one of the most famous opening lines in literature, that of Virginia Woolf's beloved masterpiece of time, memory, and the city. In the wake of World War I and the 1918 flu pandemic, Clarissa Dalloway, elegant and vivacious, is preparing for a party and remembering those she once loved. In another part of London, Septimus Smith is suffering from shell-shock and on the brink of madness. Their days interweave and their lives converge as the party reaches its glittering climax. In a novel in which she perfects the interior monologue and recapitulates the life cycle in the hours of the day, from first light to the dark of night, Woolf achieves an uncanny simulacrum of consciousness, bringing past, present, and future together, and recording, impression by impression, minute by minute, the feel of life itself.
Lanzada de nuevo a la popularidad por la versión cinematográfica que de la obra hiciera en 1993 el actor y director Kenneth Branagh, "Mucho ruido y pocas nueces", compuesta en 1598, fue ya en su día una de las comedias más celebradas de William Shakespeare (1574-1616). Situada en su mayor parte en un amable marco de jardines, aposentos y fiestas cortesanas, la obra gira principalmente en torno a dos fuertes personajes enfrentados, Benedicto de Padua y Beatriz, adversarios irreconciliables y ambos tan ingeniosos, mordaces y sarcásticos como desdeñosos del amor. A lomos de una trama animada por los equívocos, las traiciones y los imprevistos, los enemigos jurados acaban sin embargo, para su propia sorpresa, en aquel lugar a donde se prometieron nunca ir a parar y, lo que es más, en la compañía para ellos más insospechada.
Hércules Poirot necesita descanso, y para ello ha escogido un pequeño hotel junto al mar. El relax y la armonía reinan entre los huéspedes. Arlena Marshall, una actriz descaradamente bella y con un talento especial para atraer problemas, se convertirá en el objeto de deseo de los hombres y en el centro de las críticas de sus mujeres. Cuando aparece muerta, todos parecen tener una buena coartada. Poirot hará gala de su astucia para resolver un crimen en el que ni los malos son tan malos? ni los buenos tan buenos.
«La mejor Agatha Christie desde Diez negritos.» The Observer
En abril de 1657, tras ser encarcelado en varias ocasiones y merecer castigos cada vez más severos por parte del tribunal de la Inquisición, el fraile Diego La Matina pasó de la exasperación a la locura hasta, finalmente, asesinar al inquisidor del reino de Sicilia, Juan López de Cisneros. Sin embargo, el caso del hereje La Matina, envuelto en la oscuridad, distorsionado por la leyenda, nunca llegó a esclarecerse, pues jamás se supo el «pecado» por el que fray Diego fue condenado en sus inicios. Vivamente interesado por este caso, y «porque la Inquisición está lejos de haber dejado de existir en el mundo», Leonardo Sciascia examinó los documentos de la época para averiguar cuál fue la herejía de fray Diego. Tal vez, se plantea Sciascia, fray Diego fue un hombre avanzado a su tiempo, con una visión poco ortodoxa del Evangelio y que murió víctima de los efectos no deseados de la represión del Santo Oficio, que «lograba hacer de un hombre religioso un hombre absolutamente irreligioso, radicalmente ateo».
Todo comienza el 28 de febrero de 1930 con la muerte de la actriz Betty Winter. ¿Ha sido un accidente o fue asesinada? El comisario Gereon Rath deberá investigarlo... Su investigación lo lleva hacia el glamuroso mundo del cine, donde empieza el ascenso del sonido. Y en el camino Rath debe lidiar con productores que no ocultan su antisemitismo y con el carismático Marquard, un opositor vehemente del auge del cine sonoro. La esperada continuación de Sombras sobre Berlín, aclamada por crítica y lectores.