Obra que se halla en los inicios de la novela de ciencia ficción, "La máquina del tiempo" (1895) sigue conservando el mismo poder de fascinación y vigor narrativo que le valieron el éxito inmediato en el momento de su publicación. Afortunada síntesis de los conocimientos científicos del autor, del maquinismo que hacía furor en la época y de la visión escéptica de Herbert George Wells (1866-1946) respecto al rumbo tomado por la sociedad que le tocó vivir, el relato (un clásico) describe un futuro inquietante en el que dos razas semibestiales, los eloi y los morlock, comparten en una peculiar simbiosis un planeta extraño y desolado sobre el que se han cernido catástrofes y transformaciones, pero en el que brilla aún, como tenue esperanza, un hálito de humanidad.
"Una historia que da voz a los que la perdieron y sentido a su emoción desde la literatura. Una novela muy especial."
Julio Llamazares
19 de abril de 1950. El agua ya ha alcanzado la piedra que sirve de testigo: en menos de diez días Hontanar desaparecerá para siempre inundado por el pantano. Todos están celebrando la inauguración del pueblo nuevo, solo quedan allí los hermanos Cristóbal. Pero un suceso terrible les obliga a emprender precipitadamente el viaje: Marcos descubre a su hermana Sara colgada de un machón de la cuadra. Envuelta en la colcha que bordó durante años para un ajuar que ya nunca será utilizado y oculta entre sacos de patatas, Sara recorre ese camino en el carro de su hermano. Despues de todo, siempre quiso irse del pueblo.
Tras una exhaustiva documentación y partiendo de recuerdos transmitidos por su familia, el célebre autor siciliano revive, en una historia de humor amargo, las masacres de 1848 en Sicilia oscurecidas por las autoridades y olvidadas por los historiadores.
La primera masacre tuvo lugar en Porto Empedocle, donde el mayor Sarzana liberó de un solo golpe a 114 prisioneros, los asfixió y los quemó vivos en una celda común; el segundo tuvo lugar en Pantelleria, donde quince agricultores fueron ejecutados por acusaciones de mafiosos y terratenientes. Las autoridades, las borbónicas y las unitarias confundieron y ocultaron su suerte, y ningún historiador se ocupó jamás de ellas. Los asesinos y cómplices silenciosos hicieron sus carreras, primero bajo los Borbones y luego en la Italia unificada.