En todo cuanto tiene que ver con "El Egoísta" perderíamos el hilo de la narración si no recordáramos que se trata de una comedia, no de una tragedia, y que es precisamente el espíritu cómico lo que permite a George Meredith reproducir, sin el riesgo inherente a una exposición histórica que pretende ser fiel a los hechos, «las estructuras elementales del parentesco» de las que depende toda la trama de la novela. Que el espíritu cómico, sin embargo, representara solo a medias las intenciones del autor, como Meredith le había confesado a Stevenson al terminar de escribir la novela, sugiere que la otra mitad suponía, al menos, una amenaza latente en la narración.
Perfecto en su estructura circular, este absorbente thriller avanza hasta un final que es también el principio
Lola es una escritora superventas que se traslada a Londres cuando su hija Sara, una atractiva estudiante universitaria, desaparece en la capital inglesa. Para Lola los meses se suceden vacíos, angustiada por no saber el paradero de su hija y, mientras espera, reflexiona sobre la vida y la futilidad de su propia obra. Todo cambia cuando la inspectora Amanda Ramsey-Dunn da con una pista crucial que hace que el caso cobre una nueva dimensión y ambas mujeres inician una búsqueda a contrarreloj para encontrar a Sara. En su afán por encontrar también su propia identidad y el sentido de sus vidas, irán revelando naturalezas complejas que se sobreponen a una trama de absorbente intriga. La atmósfera que envuelve el relato, la lluvia y el llamado efecto Foehn se convierten en un personaje más, que influye en los protagonistas de forma rotunda. El lector casi sentirá la necesidad de abrigarse o abrir un paraguas para enfrentarse a este thriller a la vez que pasea por los paisajes más emblemáticos de Londres o escucha una de las canciones legendarias del movimiento punk. Susana García Nájera logra que sintamos como propias las zozobras de cada uno de los personajes, incluso del más deleznable, y más allá del desenlace prolonga la estremecedora historia, perfecta en su estructura circular, hasta un final que es también el principio.
Harry Bosch, detective de la Policía de Los Ángeles, ha sido siempre un solitario.
Hijo de una prostituta asesinada, fue criado en orfanatos y quedó luego marcado por la dura experiencia de Vietnam. Ahora, un caso rutinario de muerte por sobredosis le devuelve a su pasado. La víctima, Billy Meadows, había servido en su misma unidad. Ambos eran "ratas de túnel", ambos combatieron en los túneles del Viet Cong y ambos habían experimentado el horror del "eco negro". Ahora Meadows está muerto, pero su rastro parece apuntar a un gran atraco bancario perpetrado a través de la red de túneles del alcantarillado.